El poeta y escritor Horacio Ferrer, de 81 años, autor de varias de las más memorables letras de tangos de Astor Piazzolla, murió ayer a los 81 años. El titular del gremio de gastronómicos de la Capital Federal, Dante Camaño, informó que Ferrer falleció tras permanecer varios días internado en el Sanatorio Güemes de esta Capital, perteneciente a la obra social del sindicato.
El fallecimiento se produjo ayer a la tarde a raíz de una complicación cardíaca y luego de haber estado internado unos 20 días, en una habitación del piso 11 del centro de salud sindical.
Horacio Arturo Ferrer Ezcurra había nacido el 2 de junio en Montevideo en 1933, de padre uruguayo y madre argentina y se nacionalizó argentino en 1983. El poeta, un cultor de la noche de Buenos Aires, escribió más de doscientas canciones y varios libros de poesía e historia del tango.
Ferrer alcanzó fama especialmente por los tangos realizados con Astor Piazzolla, como "Balada para un loco", incluida entre las 100 mejores canciones latinas de la historia, "Chiquilín de Bachín" y de la ópera "María de Buenos Aires".
Su trabajo con Piazzolla comenzó en 1967, ya que el músico, según relató el mismo Ferrer en una entrevista brindada en 2006, buscaba a un poeta con quien crear obras poético-musicales, porque, a pesar de haber trabajado con Jorge Luis Borges, no estaba satisfecho.
"Piazzolla colaboró con varios, con Borges inclusive, pero no era lo que él quería, entonces me buscó a mí, y me dijo: 'Quiero que trabajés conmigo porque mi música es igual a tus versos'", contó en ese entonces.
Durante las presentaciones de la ópera-tango "María de Buenos Aires", compuesta por Ferrer junto a Piazzolla comenzó a componer canciones con una estética renovada. Entre ellas, en 1969, crearon "Chiquilín de Bachín", a partir de un valsecito infantil al que Ferrer le aportó una letra inspirada en los niños de la calle que vendían flores en los restaurantes de la Av. Corrientes.
En 1990 fue creada la Academia Nacional del Tango y desde entonces hasta ayer fue presidida por Ferrer. El poeta contribuyó, además, a crear otras 30 academias en diferentes países para difundir y estudiar el tango internacionalmente. Es autor del esencial "El Libro del Tango.
Arte Popular de Buenos Aires" (ensayo, 3 tomos, 1970 y edición ampliada en 1980). Hijo de un profesor de Historia y una madre que era sobrina bisnieta de Juan Manuel de Rosas, creció en un hogar montevideano de gente culta que había llegado a conocer en persona a Amado Nervo, Rubén Darío y Federico García Lorca, un acervo del que no fue indiferente.
Quiso ser arquitecto y cursó varios años en la Universidad de la República, pero su pasión tanguera lo condujo a abandonar ese sueño y, como redactor del diario El Día -y luego de El
País- se lanzó a conducir el programa radial "Selección de tangos", que derivaría en El Club de la Guardia Nueva, entidad que promovía actuaciones de los músicos de vanguardia en locales de Montevideo y alrededores, donde comenzó su intensa amistad con Piazzolla. Ya en ligas mayores, condujo programas tangueros por la prestigiosa emisora del Sodre, fundó la revista Tangueando y principios de los 60 condujo en la TV oficial uruguaya un programa que anticipaba lo que haría más adelante en Buenos Aires.
Publicó su primer libro de poemas, "Romancero canyengue" en 1967, al que presentó recitándolo en compañía del guitarrista oriental Agustín Carlevaro, influido por Paul Verlaine y otros franceses, herencia de las pautas maternas, pero se lanzó al ruedo editorial con referencias a Menecucho, un poeta popular montevideano que vendía sus versos en los Carnavales y decía: "Mis versos serán malos, pero son míos".
El éxito del libro en ambas orillas del Plata, recibió las buenas críticas de las mejores plumas del tango y motivó que Piazzolla musicalizara su poema "La última grela", que en principio iba a tener acordes de Aníbal Troilo. Ese fue el trampolín para que Ferrer cruzara a Buenos Aires convocado "de prepo" por Piazzolla y a fines de 1967 ya estaba viviendo en una casa de Lavalle al 1400, que había sido la vivienda histórica de los Ezcurra, la familia de su madre.
Él, que se sentía tan argentino y sobre todo porteño, supo responder hace años a una pregunta periodística sobre su nacionalidad, y contestó: "Yo no entiendo que haya dos países; a mí me tocó nacer en el justo medio del Río de la Plata". DyN-Télam