Murió Havelange, el padrino de Grondona

Fue defensor del proceso militar e impulsor del Mundial ‘78. “Yo vendo un producto llamado fútbol”, decía.

Murió Havelange, el padrino de Grondona

Se llamaba Jean-Marie Faustin Goedefroid de Havelange , pero el mundo lo conoció como "Joao", el hombre que convirtió al fútbol en la madre de todos los negocios y también de todas las corrupciones.

Enfermo y sin exposición pública desde hacía meses, Havelange murió sin embargo hoy a los 100 años en un momento único, con toda la prensa internacional especializada en Deportes concentrada en Río de Janeiro, la ciudad que lo vio nacer. Fue, por última vez, el centro de atención. Antes lo había sido durante 24 años como presidente de la FIFA.

Que miles de periodistas estén en Río se debe en parte a la que fue la última demostración de poder del brasileño, la decisión de qué ciudad se quedaría con la sede de los Juegos Olímpicos de 2016.

Horas antes de la votación celebrada el 2 de octubre de 2009 en Copenhague, Havelange habló ante todos los miembros del COI y demostró ser más astuto que Juan Antonio Samaranch.

El español les había dicho con claridad a sus colegas que no le quedaba mucho tiempo de vida y que les pedía “un último favor”, elegir Madrid como sede. Un rato después Havelange invitó a todos a su cumpleaños en Río en caso de que la ciudad ganara la elección.

Y fue así: entre un funeral en Barcelona y un cumpleaños en Copacabana, los miembros del COI se decidieron por abrumadora mayoría por la fiesta carioca.

Cuatro años después de aquel éxito de Copenhague, Havelange debió renunciar a la presidencia honoraria de la FIFA porque el comité de ética del organismo consideró probado que cobró sobornos de ISL, una licenciataria que comercializaba los derechos de televisación del Mundial. Fue el escándalo que arrastró también a Nicolás Leoz, presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), y que en otras ramificaciones terminaría arrasando a la vieja dirigencia de la FIFA.

Excepto a Julio Grondona, que murió meses antes de que todo estallara. Cuando Grondona llegó a la FIFA en 1979, Havelange gobernaba ya desde hacía cinco años con mano de hierro en Zurich. Grondona se convirtió rápidamente en pieza clave de una FIFA en la que terminaría siendo el número dos y una especie de “5”: en vez de juego, distribuía poder. También quitaba, claro.

Havelange expresó públicamente su alivio ante el golpe de estado del 24 de marzo de 1976 y puso mucho esfuerzo personal en el Mundial de Argentina, en el que ya comenzó a verse por dónde iría la cosa: de 16 equipos en Alemania 74 se pasó a 24.

Joseph Blatter llevaría la cifra a 32, y el nuevo presidente de la FIFA, Gianni Infantino, promete 40.  El 28 de marzo de 1976, a poco de haber asumido la Junta Militar encabezada por Jorge Rafael Videla, el brasileño declaró: “La Argentina está ahora más apta que nunca para organizar el mundial”.

Jugador de waterpolo en su juventud, nadador olímpico en los Juegos de Berlín 36.

Mirada que probablemente contribuyera a su éxito en la decisión de convertir a la FIFA en una máquina de hacer dinero, en estrecha alianza con Horst Dassler, el patriarca de adidas y fuente inagotable de corrupción en el deporte.

La frase la publicó la revista “El Gráfico” hace décadas, y es una perfecta síntesis de lo que pretendía y logró Havelange, hijo de un traficante de armas belga: “Yo vendo un producto llamado fútbol”.

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