Murió Fabio Zerpa: el ovnílogo más célebre del país

Dejó su carrera como actor y conductor televisivo para dedicarse a bucear en los fenómenos extraterrestres y paranormales.

Murió Fabio Zerpa: el ovnílogo más célebre del país
Murió Fabio Zerpa: el ovnílogo más célebre del país

Fabio Zerpa, el especialista en ovnis más famoso de la Argentina, murió ayer en la mañana en el Sanatorio Anchorena a los 90 años. Antes de dedicarse a investigar acerca del fenómeno ovni, Zerpa se desempeñó como actor y galán de radio y televisión.

Según contó a Los Andes en una entrevista por la que vino a presentar su libro y dar una charla, en 2009 (última vez que estuvo por Mendoza), el primer encuentro del tercer tipo que tuvo fue en 1959. Desde ese momento, Zerpa reportó más de 3.000 avistamientos y contactos con ovnis.

Su curiosidad lo llevó a dirigir la Organización Nacional de Investigaciones Espaciales (Onife) y el Centro de Estudios Psicoespaciales (CEP) y publicar veinticinco libros referidos al tema.

Nacido en Uruguay en 1928, se radicó en la Argentina en 1951. Creó el programa de radio "Más allá de la cuarta dimensión" en 1966 y dirigió durante más de quince años la revista "Cuarta dimensión", especializada en el fenómeno ovni.

Fue profesor de Historia y Estudios de Antropología en universidades de Montevideo y Buenos Aires.

En su página web cuenta que perteneció a "comisiones de investigación militares en Argentina, Brasil, México, España y Francia, así como es el único ovnílogo civil en el mundo que dio una conferencia en una institución militar, la Marina de Guerra Argentina, Base Naval de Puerto Belgrano en septiembre de 1968".

Ese mismo año formó Onife (Organización Nacional de Investigación de Fenómenos Espaciales) después de haber realizado el primer simposio de investigación de vida extraterrestre en el Auditorio de la Facultad de Medicina de Buenos Aires. Fue Miembro de Honor de Cefora (Centro de Fenómenos Ovnilógicos República Argentina) y Radio (Red Argentina de Investigadores Ovni).

La última vez que lo vimos en vivo

La relación de Zerpa con Mendoza era asidua y cariñosa. Él, de tanto en tanto, llegaba hasta aquí para dar conferencias, presentar sus libros e incluso fue famosa su intervención en un caso policial (ver "'Testigo' en un caso policial mendocino").

La última vez que llegó a la provincia fue en 2009, para presentar su libro "Fabio Zerpa tiene razón" (Ed. Atlántida) y dar una conferencia con un título muy sugestivo: "Morir es volver a casa". En esa oportunidad, charló con Los Andes y aquí reproducimos parte de esa conversación, que bien podría haber sucedido en sus últimos días.

"Es un libro en el que está toda mi vida, con testimonios de amigos que, en una página, van trazando cada parte de mi vida", le contó a Los Andes sobre "Fabio Zerpa tiene razón".

En esa oportunidad en que también brindó una conferencia pública, Zerpa ya pensaba en la muerte: en su muerte. “80 años es un minuto -nos dijo-. Nosotros somos eternos.

Todas las religiones aceptan que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios y nuestra alma -a la que yo llamo 'anillo invisible'- es la presencia de este gran personaje en nuestro interior. Ese interior nuestro es lo eterno, que viene de vidas anteriores, vive esta vida y, cuando muere el cuerpo, sale de mí para ir a una entrevida".

-¿Qué es la entrevida?, le preguntamos.

-Es un intervalo entre una y otra vida física. Yo le llamo "mar de serenidad o tranquilidad" y, para los que somos católicos, es el cielo. Y vamos al lugar de donde venimos, por eso morir es volver a casa.
Sus respuestas eran tan interesantes que invitaban a seguir indagando, y lo hicimos:

-¿Cómo obtuvo todas estas certezas?

-Yo soy universitario, tengo un profesorado universitario. Y he tenido por eso una formación ortodoxa. Pero afortunadamente, cuando vi un ovni en 1959, empecé a estudiar desde otro paradigma: heterodoxo, oculto, esotérico; que tiene tanto valor como la ortodoxia. Yo voy en el camino del medio. Empecé a estudiar porque siempre fui investigador y no me había dado cuenta hasta que vi ese ovni.

-¿Qué vio en 1959?

-Yo iba volando en un avión de la Fuerza Aérea Argentina, con un aviador militar. Habíamos salido de la Base Aeronáutica de Morón. A las 12.30, en pleno vuelo, a la altura de San Miguel, vi un aparato metálico de 150 metros de largo volando.

-¿Una cuadra y media de largo?

- Eso lo calculó el aviador, pero sí. Estaba a una distancia de 1.500 metros.

-¿Usted estaba investigando ya sobre los ovni?

-No. Estaba filmando una serie televisiva que se llamaba “Cóndores de acero” para el viejo canal 7 (se refería a la hoy Tv Pública). Yo hacía de un piloto al que le pasaban distintas cosas. Ese día me había invitado el capitán a hacer un vuelo y ese mediodía, a 800 metros de altura, me dice: “Fijate lo que tenés a la izquierda”. Miré y, más allá de la cola del avión, venía ese aparato: cerrado, metálico, en total silencio, sin alas, sin hélices, sin despedir los gases propios de la incipiente cohetería espacial. Venía lentamente. Se detuvo a 1.500 metros, no se cayó, venció la fuerza de la gravedad e hizo un ángulo de 60 grados y se perdió rápidamente hacia el norte argentino. Giré la cabeza y dije: “¿qué es?”. El capitán me contestó: “Un plato volador”.

-¿Era como los que se ven en las películas?

-Era una nave-cigarro. Recordé en ese momento lo que fue el Zeppelin de mi niñez, que vino al Río de la Plata cuando yo era chico. Ese capitán me dijo, irónicamente: “Esto para algunos es un plato volador, para otros un arma secreta”. Ahí se despertó el investigador que hay en mí. Ese ovni me provocó un impacto de conciencia, porque me cambió la vida.

Al cerrar aquella charla, Fabio comentó: "Yo siento algo muy especial por Mendoza: en el '68, cuando vine al Cóndor (se refería al que antes fue el Cine Cóndor), tuvieron que cortar la calle con dos patrulleros porque se llenó el lugar. Me emociona porque es el reconocimiento a la labor de un hombre. Y esa emoción tiene relación con la capacidad de asombro del niño que tengo adentro". 

Hoy despedimos al niño y al hombre que con sus relatos hizo soñar, e incentivó la imaginación, de miles de argentinos.

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