Manuel Contreras, el fallecido ex jefe de la Policía Política de la dictadura de Augusto Pinochet, cuyos restos fueron cremados ayer, se llevó consigo información valiosa sobre crímenes ocurridos durante el cruento régimen militar, denunció el gobierno chileno.
“Contreras ha muerto llevándose información valiosa para saber la verdad y hacer justicia respecto del horror cometido por la dictadura”, indicó un comunicado del gobierno difundido ayer, tras su fallecimiento el viernes por la noche en el Hospital Militar de Santiago a causa de múltiples enfermedades.
Contreras, que murió a los 86 años, fue general del Ejército, mano derecha de Pinochet y es considerado uno de los mayores criminales de la historia política chilena. Estaba condenado a 529 años de presidio por su responsabilidad en el asesinato, desaparición y tortura de miles de personas en su calidad de director de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) entre 1973 y 1978, en plena dictadura.
"Anoche murió uno de los personajes más oscuros de nuestra historia, responsable de crímenes y graves violaciones a los derechos humanos en nuestro país”, indicó la nota del gobierno.
El cuerpo de Contreras, quien se encontraba hospitalizado desde el 24 de setiembre de 2014, fue entregado la madrugada de ayer por el Hospital Militar en la más absoluta reserva a la familia del ex general “para su sepultura correspondiente”, indicó un comunicado del hospital.
Posteriormente, los restos del militar en retiro fueron trasladados al Cementerio Católico de Santiago “donde fueron cremados en una ceremonia privada” en la que participaron su familia y otros ex oficiales, y “sus cenizas fueron entregadas a sus hijos”, según informó Mauricio Newman, vocero del cementerio.
El ex general chileno estaba impedido de recibir honores militares en su funeral debido a un decreto firmado recientemente por el Ministerio de Defensa que prohíbe realizar dichos actos en casos de militares condenados por la Justicia.
Silencio y complicidad
A la DINA, bajo el mando de Contreras, se le atribuyen la mayoría de las 3.200 personas muertas y desaparecidas durante la dictadura de Pinochet (1973-1990). Contreras nunca admitió dichos crímenes ni tampoco entregó información sobre los miles de chilenos desaparecidos y torturados, o de los nombres de los responsables de estos cruentos hechos.
“Lo que se evidencia es la impunidad con la que un sujeto como Manuel Contreras se muere con la verdad y que no haya colaborado para conocerla. Se llevó tremenda información”, dijo Lorena Pizarro, presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD).
Tras 25 años de haber terminado la dictadura, muchos casos por violación a los derechos humanos aún no han sido resueltos por la Justicia ni tampoco se ha logrado dar con el paradero de desaparecidos, ante el secretismo que han mantenido dentro de las fuerzas militares sobre estos hechos, según acusan organismos de Derechos Humanos.
“Contreras y muchos otros saben la verdad sobre el exterminio y la práctica de desaparición forzada. Lo que aquí ha ocurrido es que las Fuerzas Armadas nunca se limpiaron de estos criminales y hasta el día de hoy existe una complicidad”, afirmó Pizarro.
Contreras permanecía en prisión desde el 28 de enero de 2005, cumpliendo 40 condenas por delitos de secuestro calificado, homicidio calificado, asociación ilícita y apremios ilegítimos, entre otros. Tenía además 59 procesos pendientes y nueve condenas con medidas alternativas a la reclusión.
Muerto pero no degradado
La muerte de Contreras fue celebrada durante la madrugada de ayer por cientos de chilenos fuera del Hospital Militar y en el centro de Santiago, pero se lamentó que su deceso se haya producido sin que fuera degradado.
Ante esto, un grupo de activistas de derechos humanos y de familiares de desaparecidos, demandaron en una carta al comandante en jefe del Ejército, Humberto Oviedo, que Contreras sea degradado tras su muerte.
“Como familiares de hombres y mujeres asesinados, exigimos que a Manuel Contreras se le degrade ahora y no se le rinda ningún tipo de honores por memoria de nuestros seres queridos, por la dignidad de nuestro país”, indicó la misiva entregada ayer.
También han exigido el cierre del penal Punta Peuco, ubicado en Santiago, donde Contreras purgaba sus condenas junto a otra cincuentena de militares en retiro y agentes de inteligencia de la dictadura, donde cuentan con privilegios como cabañas, calefacción, acceso a internet y teléfono, condiciones disímiles a las del resto de los centros penitenciarios.
El ex presidente derechista Sebastián Piñera (2010-2014) ordenó en julio del año pasado el cierre de otro penal en el que estaban recluidos Contreras y una decena de ex oficiales quienes gozaban de condiciones aún más privilegiadas.
Negó sus crímenes y se llevó el secreto a la tumba
El general en retiro del Ejército chileno, Manuel Contreras Sepúlveda, encarcelado desde 2005 por múltiples casos de violaciones a los derechos humanos tras encabezar la temida policía secreta de la dictadura de Augusto Pinochet en sus años más cruentos, murió el viernes a los 86 años.
Contreras, creador y único director de la Dirección Nacional de Inteligencia DINA), a la que se le atribuyen la mayoría de las más de 3.200 víctimas y más de 38.000 torturados que dejó la dictadura de Pinochet (1973-1989), fue condenado a más de 500 años de prisión por una serie de secuestros, torturas y asesinatos de opositores.
Considerado la mano derecha de Pinochet -su profesor en la Academia de Guerra y con quien solía desayunar a diario en los primeros años del régimen- fue encarcelado en 2005 por el secuestro de un joven opositor. Desde entonces sumó múltiples condenas judiciales que lo llevaron a ser considerado uno de los mayores criminales chilenos de todos los tiempos.
Pero “El Mamo”, como era apodado, negó en todo momento que la DINA hubiera torturado o hecho desaparecer a personas.
“Nunca se torturó a nadie. En los cuarteles de la DINA a los detenidos se les llevaba por cinco días y se les interrogaba con métodos normales”, afirmó Contreras en una entrevista televisiva desde la cárcel en setiembre de 2013, en la víspera del 40 aniversario del golpe de Estado que instaló la dictadura de Pinochet.
“Todos los muertos de la DINA fueron muertos en combate. Yo no di órdenes de hacer desaparecer a nadie”, agregó, lo que provocó escozor entre sus víctimas.
La DINA, una suerte de Gestapo o Stasi chilena, llegó a tener 60.000 miembros entre agentes, informantes y redes en el exterior. Disponía de cárceles secretas, retenía presos cuanto tiempo quisiera, no rendía cuentas más que a Pinochet y actuaba dentro y fuera del país, incluso para eliminar a disidentes exiliados en Europa o Estados Unidos.
Para formarla, Contreras puso en práctica todos los conocimientos de lucha antisubversiva aprendidos en Chile y en la llamada Escuela de las Américas, una cuestionada institución de adoctrinamiento militar establecida por Estados Unidos, de la cual fue uno de los alumnos más destacados.
Contreras fue parte también de la creación e implementación de la llamada “Operación Cóndor”, un plan coordinado de exterminio de opositores creado por las dictaduras del Cono Sur en la década de los setenta.
Contreras fue condenado por el asesinato del ex canciller chileno Orlando Letelier, tras un atentado explosivo en Washington el 21 de setiembre de 1976, en el que es considerado como uno de los primeros ataques terroristas en suelo estadounidense.
También por la muerte del ex comandante en jefe del Ejército chileno Carlos Prats y su esposa, ocurrida en Argentina en 1974 tras el estallido de una bomba adosada al automóvil que conducía al matrimonio.
Pinochet relevó a Contreras de la DINA en 1977, cuando Estados Unidos comprobó que el asesinato de Letelier fue ordenado por esta institución.