El filósofo francés André Glucksmann, exmaoísta, arquetipo del "intelectual comprometido" y denunciador de los totalitarismos, falleció anoche a los 78 años.
"Mi primer y mejor amigo ya no está. Tuve la suerte increíble de conocer, reír, debatir, viajar, jugar, hacer todo y no hacer nada con un hombre tan bueno y tan genial. Mi padre murió anoche", anunció este martes su hijo, Raphaël Glucksmann, en su cuenta de Facebook.
Enfermo desde hace varios años, "tenía varios cánceres, y luchó mucho", dijo uno de sus editores.
"André Glucksmann llevaba en él todos los dramas del siglo XX. Hijo de refugiados en los años 1930, conoció el destino de los niños judíos escondidos durante la Segunda Guerra Mundial", escribió el presidente francés François Hollande en un comunicado, a modo de homenaje.
El filósofo, en un primer momento maoísta, rompió espectacularmente con el marxismo a mitad de los años 1970, al denunciar el gulag soviético y la tragedia de los "boat people", que huían del Vietnam comunista.
Uno de sus libros más conocidos resume esa ruptura y ese nuevo compromiso.
En "La cuisinière et le mangeur d'homme" (La cocinera y el devorador de hombres), editado en 1975,Glucksmann explicaba que "el marxismo no produce sólo paradojas científicas sino también campos de concentración", una afirmación que cayó como una bomba entre una intelectualidad francesa muy permeada por el marxismo.
Catalogado como uno de los "nuevos filósofos", junto con Bernard-Henri Lévy y Pascal Bruckner, principalmente, no dejó de denunciar junto con ellos la ideología comunista, que por entonces dominaba gran parte del mundo y atraía a numerosos intelectuales.
"André Glucksmann fue sobre todo el que le dio el golpe definitivo a la ideología comunista en Francia", recuerda Pascal Bruckner.
"En su momento tuvo muchísimos enemigos, detractores, pero aguantó bien".
Bernard-Henri Lévy dijo hoy que está "muy afectado" por la muerte del pensador, después de "40 años de vida intelectual, de combates y de cólera compartida".
Era "el único de mis coetáneos con el que tenía el sentimiento de compartir la misma preocupación por el mundo y por los demás", añadió el filósofo conocido en Francia como BHL.
Guerra al totalitarismo
Del anticomunismo, su combate se desplazó al antitotalitarismo en general y la defensa de los derechos humanos.
En 1977 logró llevar juntos a la figura tutelar de la izquierda francesa, Jean-Paul Sartre, y al filósofo liberal Raymond Aron, al Elíseo para convencer al entonces presidente, Valéry Giscard d'Estaing, de que interviniera en favor de los refugiados vietnamitas.
El filósofo, nacido en 1937, fue considerado a menudo como un atlantista, y defendió la intervención de la OTAN contra la Serbia de Milosevic en 1999, para defender a la minoría kosovar.
Igualmente defendió la intervención de la Alianza Atlántica en Libia, destinada a terminar con el régimen de Muamar Gadafi, y apoyó siempre la causa chechena frente a Moscú.
Tras la caída del comunismo y el desmembramiento de la Unión Soviética, siguió denunciando el autoritarismo del presidente ruso Vladimir Putin.
Aunque siempre dijo ser de izquierda, Glucksmann no tuvo problemas en apoyar al conservador Nicolas Sarkozy en la elección presidencial francesa de 2007. Pero el posterior acercamiento de éste con Putin lo llevó a alejarse del político francés.
En uno de sus últimos libros, "Une rage d'enfant" (Una rabieta infantil), publicado en 2006, contaba que siempre le indignaron "las miserias del mundo", y que ése fue el motor de su acción.