Ganador de la Palma de Oro en Cannes por “El sabor de la cereza” en 1997, el iraní Abbas Kiarostami ya había realizado seis películas antes de consagrarse mundialmente con esta historia de un hombre que busca a alguien que lo ayude a suicidarse.
Su carrera continuó en ascenso con títulos como “El viento nos llevará” (1999), “ABC África” (2001) o el documental “Five (Dedicated to Ozu” (2003).
Pero con el ascenso al poder de Mahmoud Ahmadinejad, le resultó cada vez más difícil rodar en Irán y sus dos últimas películas fueron hechas en Francia (la maravillosa “Copia certificada”, 2010, con Juliette Binoche) y en Japón (“Like Someone in Love”), ambas todavía hoy prohibidas en su país.
Nacido el 22 de junio de 1940 en Teherán, fue uno de los más influyentes y controvertidos realizadores del Irán postrevolucionario, aunque se inició estudiando pintura y diseño gráfico e incursionó como director de cortos publicitarios para la televisión iraní.
En marzo pasado le detectaron un cáncer gastrointestinal por el cual comenzó a tratarse en Francia, en cuya capital perdió ayer la batalla.
Lo sobrevive su ex esposa, Parvin Amir-Gholi, de quien se divorció en 1982, y sus dos hijos: Ahmad y Bahman.