El gran cineasta húngaro
Miklos Jancsó
, premiado en festivales como Cannes y Venecia, y a quien el último festival de Mar del Plata le dedicó una muestra de su obra, murió a los 92 años, según lo informó su ex-mujer, la también directora
Marta Meszaros
.
Entre las numerosas distinciones que recibió Jancsó a lo largo de su carrera figura el premio a la mejor dirección en 1972 en Cannes por "El salmo Rojo" y los galardones por su trayectoria ofrecidos por el certamen francés en 1979 y el Festival de Venecia en 1990.
Según informó DPA, Meszaros anunció esta mañana a la agencia de noticias húngara MTI que el cineasta había fallecido en Budapest a los 92 años, a causa de una larga enfermedad.
Nacido el 27 de septiembre de 1921, este maestro europeo alcanzó notoriedad durante los años 60 con películas como “La ronda de reconocimiento” (“Szegénylegények”, 1965), “Los rojos y los blancos” (“Csillagosok, katonák”, 1967) o “El salmo rojo” (“Még kér a nép”, 1971).
Sus obras más famosas se caracterizan por su estilización visual, la elegante coreografía de sus actores y extras, el plano secuencia, las tomas largas y el trasfondo histórico y rural de Hungría.
Jancsó fue un maestro del montaje interno de largas secuencias ininterrumpidas en las que ocurren múltiples acciones dentro de un solo plano, y donde el punto de fuga y la profundidad de campo se convierten en herramientas narrativas.
Entre sus temas preferidos está el poder y sus abusos, y muchas de sus obras históricas pueden leerse de hecho como alegorías de Hungría bajo el régimen comunista, sin perjuicio de su valor más universal como críticas a toda forma de opresión.
Durante los 70, el cine de Jancsó fue tendiendo cada vez más hacia el simbolismo y la estilización visual, mientras que en los 80 su obra perdió parte del favor de la crítica, que consideró que se limitaba a imitar su estilo anterior.
Sin embargo, tras la caída del comunismo, Jancsó logró triunfar con una serie de películas de bajo presupuesto, ingeniosas y poco autocomplacientes, que recibieron buenos resultados en la taquilla húngara.
Incansable autor cinematográfico desde sus inicios como cortometrajista hasta un último largometraje (“So Much for Justice!”, 2010)y su participación en el filme colectivo “Hungary 2011”, Jancsó alcanzó su momento de mayor repercusión internacional durante los años 60 y 70.
Uno de sus discípulos más renombrados es el genial Béla Tarr, heredero directo de su visión personal del ser humano vapuleado por las fuerzas de la historia y el poder corrupto y, ante todo, de la narración privilegiada por virtuosos planos secuencia.
En su juventud, Jancsó estudió Derecho en Pécs, se graduó en Kolozsvár en 1944 y se registró en el colegio de abogados, pero nunca llegó a ejercer.
En 1946 se trasladó a la capital húngara, Budapest, donde tres años más tarde se casó con Katalin Wowesnyi, con quien tuvo dos hijos, pero luego se divorió y contrajo matrimonio de nuevo con la directora Márta Mészáros, de quien también se separaría. Finalmente, conoció a la italiana Giovanna Gagliardo, con quien se mudó a Roma.
En 1950 obtuvo su diploma en Dirección Cinematográfica en la Academia de Teatro y Cine de Budapest y, a partir de ese momento, se dedicó por completo al cine.
Al año siguiente conoció al escritor Gyula Hernádi, con quien mantuvo una nutrida y fructífera colaboración en muchas de sus películas, hasta su muerte en 2005.
Ambos se encargaron durante los ’60 y ’70 de retratar momentos épicos de la historia de su país, pero evitando caer en el retrato bélico y heroico habitual.
AL contrario, despojaron a la narración de sentido nacionalista, dotándolo de una frialdad y crudeza pocos habituales, en oposición al cine hollywoodense histórico y más cercano a la épica de los filmes soviéticos.
Además de sus largometrajes, Jancsó hizo una serie de cortos y documentales a lo largo de su carrera, mientras que entre 1971 y 1980 se dedicó al teatro.
Jancsó empezó su carrera haciendo documentales que le dieron la oportunidad de aprender los aspectos técnicos del cine, a la vez que le permitieron viajar por la Hungría stalinista, conociendo de primera mano la realidad que llevaría a la rebelión de 1956.
En 1958, completó su primer largometraje, ”Las campanas se han ido a Roma”, y luego llegaron “Cantata”(“Oldás es kötés”, 1962), “Mi camino a casa”(“Igy jöttem”, 1964)y “La ronda de reconocimiento” (“Szegénylegények”, 1965), que supuso el primer gran éxito de Jancsó.
Filmada en blanco y negro, con una opresiva puesta en escena, la película fue vista como un alegato velado contra la represión tras el levantamiento de 1956.
Para poder presentarla en el Festival de Cannes, Jancsó se vio forzado a desmentir públicamente que ese fuese el sentido de la película, pero años más tarde, con más libertad, se retractaría de esta afirmación.