El revolucionario y visionario diseñador de moda francés André Courrèges, ícono de los 60 y padre autoproclamado de la minifalda, falleció el jueves a los 92 años en su casa en las afueras de París.
Courrèges, que dejó de trabajar en los ‘90, murió en su domicilio de Neuilly-sur-Seine tras una batalla de 30 años contra la enfermedad de Parkinson, anunció la casa Courrèges el viernes pasado.
Hasta el final, el creador -que vistió a famosas como Françoise Hardy, Audrey Hepburn o Catherine Deneuve- consideraba la moda como “un estilo de vida” que debía escapar de las convenciones.
Nacido el 9 de marzo de 1923 en la ciudad de Pau, en el sur de Francia, Courrèges fue un hito de la moda de la década de los 60, con estilos inspirados en la era espacial que ayudaron a definir toda una generación.
Tras haber cursado estudios para ser ingeniero civil se pasó al mundo de la moda. Colaboró durante alrededor de una década con el diseñador español Cristóbal Balenciaga.
Creó su propia marca en 1961, y fue la colección que presentó tres años después la que lo lanzó a lo fama y lo convirtió en el rey de la moda francesa durante un breve pero significativo periodo.
Courrèges introdujo un concepto de estilo revolucionario futurista que incluía vestidos cortos con líneas puras, botas planas de media caña y gafas de sol de gran tamaño, con omnipresencia del blanco: su color fetiche.
Fue el pionero de los pantalones formales para mujeres y una disputa larga y amarga continúa sobre si fue él, o la inglesa Mary Quant, quien inventó la revolucionaria minifalda. Ambos se atribuían la autoría.
Su vestido blanco ultracorto para la época se convirtió en la imagen de la mujer de los vibrantes ‘60, e independientemente de quién la popularizó primero, sus minifaldas eran las más cortas. Diseñadas en colores llamativos, y materiales pesados, como la gabardina o el vinilo, se hicieron muy populares.
Courrèges también tomó la valiente decisión de reemplazar los tacones altos por sus famosas botas blancas planas.
Su estilo futurista -especialmente patente en su colección “The Moon Girl” (La chica de la luna), en la que predomina el color plateado- hizo furor y creó muchos adeptos, entre ellos el artista Andy Warhol. “La ropa de Courrèges es tan hermosa, todo el mundo debería tener el mismo aspecto, todos vestidos de plateado. El plateado combina con todo, estos trajes deberían usarse durante el día con muchísimo maquillaje”, dijo una vez Warhol.
Se retiró en 1994 y dejó la compañía en manos de su esposa, antes de venderla en 2011 al dio de publicitarios Frédéric Torloting y Jacques Bungert.
Los dos copresidentes rindieron homenaje a este “creador visionario que veía ya lo que sería el siglo XXI y que creía en el progreso. Es lo que hace a Courrèges tan moderno hoy”, declararon en un comunicado.
Courrèges “marcó la alta costura francesa”, dijo el presidente francés, François Hollande, al enterarse de su muerte. Fue “un creador revolucionario, que utilizó formas geométricas y materiales nuevos. Courrèges era un estilo y una época”, indicó el mandatario en el palacio Elíseo. Su funeral tendrá lugar hoy por la tarde en una iglesia de Pau (sur de Francia), su ciudad natal.
Rayas y dameros
El diseñador fue, además, creador del body "segunda piel", de una sola pieza, que se desliza bajo un vestido o se usa con chaquetas de vinilo, materia que este creador hace entrar en el guardarropa, sin olvidar los famosos anteojos blancos con rayas horizontales.
La otra firma inconfundible de Courrèges, que apuntó a la juventud y al futuro, es el blanco; omnipresente tanto en la ropa como en el espacio que la rodea. También los juegos geométricos en blanco y negro, con rayas anchas verticales o estampados damero. “Al igual que Le Corbusier, que hizo penetrar la luz en las casas que concebía, yo quise hacer entrar la luz en mi ropa”, decía este apasionado de arquitectura.
Inseparables en la vida y en el taller, André Courrèges y su esposa Coqueline -a la que llamaba su “creatividad complementaria”-, inauguraron en 1961 su casa de modas en París. Un año más tarde, Courrèges impuso los pantalones en toda una colección para el día y la noche. La cantante Françoise Hardy se convirtió en su musa inspiradora.
El éxito fue tal que en 1966 y 1967, cansado de que lo copiaran, André Courrèges decidió no volver a presentar sus creaciones en desfiles. Llegó incluso a cerrar su casa de modas para dedicarse a la “couture future”, la alta costura accesible a todas, gracias a la fabricación en serie, los primeros pasos del prêt-à-porter.
En 1970, tras el nacimiento de su hija Marie, creó la nueva línea Hyperbole, destinada a los más jóvenes, y una colección deportiva.
Dos años más tarde, abrió un taller en Pau -su ciudad natal en el suroeste de Francia-, un edificio futurista a la vanguardia de la tecnología para realizar las colecciones. Ese mismo año, diseñó los uniformes oficiales de la delegación francesa en los Juegos Olímpicos de Munich.
Sus desfiles eran verdaderos conceptos, desde la gigantesca burbuja transparente instalada en el jardín botánico de París en 1980 a los 130 músicos que en 1985 ocuparon un gran hotel de Tokio. En 1994, André Courrèges se retiró para dedicarse a sus otras pasiones: la escultura y la pintura, y dejó la marca en manos de su esposa.
Adquirida en 2011 por un dúo de publicitarios franceses, la marca Courrèges está actualmente en plena reactivación tras el nombramiento en 2015 de dos jóvenes creadores franceses talentosos, Arnaud Vaillant y Sébastien Meyer.