Alicia Alonso, la gran dama del ballet cubano que se mantuvo en los escenarios por 75 años y fue un ícono de la lealtad artística al sistema socialista en Cuba, falleció hoy jueves. Tenía 98 años.
La noticia fue confirmada a The Associated Press por Miguel Cabrera, el historiador del Ballet Nacional de Cuba y amigo cercano de la artista. Cabrera dijo que la Prima Ballerina Assoluta murió en el Hospital CIMEQ en La Habana alrededor de las 11 de la mañana.
Prácticamente ciega de un ojo la mayor parte de su vida, Alonso se mantuvo hasta el final de sus días al frente del Ballet Nacional de Cuba, aunque en los últimos tiempos las decisiones ejecutivas las tomó su sucesora Viensay Valdés. Se vio muy deteriorada en sus últimas apariciones públicas.
Desde el triunfo de la revolución en 1959, fue una ferviente seguidora de los hermanos Fidel y Raúl Castro.
De singular rostro, expresivo perfil en punta y técnica dancística inigualable, con su personalidad carismática atrajo el amor, pero también el odio. Tuvo fama de mujer despiadadamente exigente y enemiga de aquellos que se cruzaban en sus decisiones.
Algunos discípulos lamentaban que no ocultara el favoritismo desmedido por algunos de sus alumnos en detrimento de otros a los cuales marginaba.
Pero ante todo, fue la pasión desbordante lo que impulsó su vida: "Arte, maestría y sufrimiento, las tres cosas que marcaron mi carrera", sintetizó la prima ballerina assoluta de Cuba en una entrevista con The Associated Press a finales de la pasada década.
Tenía una energía que la catapultó hacia la fama alejándola del retiro más allá de lo posible. "No vamos a poner el límite (a la existencia) a 200 años, vamos a ver lo que dice la ciencia... ¿Usted se cansa de vivir? Yo no", dijo entonces la diva en la misma entrevista.
Una biografía mítica
Nacida el 21 de diciembre de 1920 en La Habana, Alonso inició su formación artística en 1931 en la Escuela de Ballet de la Sociedad Pro-Arte Musical. Poco después se trasladó a Estados Unidos, donde continuó sus estudios con Enrico Zanfretta, Alexandra Fedórova y varios profesores eminentes de la School of American Ballet.
"Me agarré de una barra... y encontré lo que más me gustaba en el mundo", contó alguna vez.
Hasta entonces era Alicia Ernestina de la Caridad del Cobre Martínez, pero en 1936 se casó con su colega y compatriota, el maestro Fernando Alonso y conservó por siempre el apellido de él, incluso después de divorciarse.
A finales de la década de 1930 estaba lista para su debut profesional y lo hizo en Broadway, trabajando en comedias musicales. En 1939 ingresó al American Ballet Caravan, antecedente del actual New York City Ballet, y se incorporó al Ballet Theatre of New York cuando este se fundó un año después.
"El público norteamericano siempre ha sido precioso conmigo... Crecimos al mismo tiempo. En esa época el ballet de Norteamérica no estaba desarrollado, fuimos los primeritos", admitió a la AP.
A partir de allí su carrera cosechó toda clase de éxitos interpretando los papeles más destacados del repertorio clásico y romántico junto a los grandes de la coreografía mundial: Mijail Fokine, George Balanchine, Leonide Massine, Bronislava Nijinska, Antony Tudor, Jerome Robbins y Agnes de Mille.
Su preocupación por desarrollar el arte de las puntas en Cuba la llevó en 1948 a fundar en La Habana el Ballet Alicia Alonso y dos años después la Academia Nacional de Ballet.
Poco a poco fue ganándose un prestigio que para algunos jóvenes rozó el pánico a su figura: "Me impresiona, cuando la veo me pongo nerviosa", admitió Claudia Sánchez, una adolescente estudiante de ballet, durante un ensayo.
En medio de la agitación política del gobierno de Fulgencio Batista Alonso se negó a bailar en la isla mientras el dictador estuviera en el poder. En 1957 inició una gira por la Unión Soviética y en 1959, tras el triunfo de la revolución, volvió a Cuba.
Al año siguiente organizó el I Festival Internacional de Ballet de La Habana, en el que se presentaron en los años siguientes varias de las compañías más reconocidas del mundo.
Después del triunfo de la Revolución cubana el primero de enero de 1959, el entonces presidente de Cuba, Osvaldo Dorticos y el primer ministro en esa época, Fidel Castro, firmaron una ley (la No. 812) en la que "quedó establecido el respaldo del Estado al Ballet Nacional de Cuba", como lo recordó Abel Prieto, que era ministro de Cultura de Cuba en el año 2008, cuando se cumplió 60 aniversario esa compañía.
Prieto recordó cómo el famoso crítico de danza británico Arnold Haskell (1903-1980) calificó al Ballet Nacional de Cuba como "milagro cubano".
En esa fecha el exmandatario Fidel Castro, fallecido a los 90 años en 2016, le envió una carta a Alicia Alonso: "Nunca olvido lo que me contaste un día sobre el oído que te permite seguir el ballet, con los ojos cerrados, por las leves pisadas de las zapatillas ... No te imaginas cuánto admiro tu capacidad de preservar y dominar la inteligencia privilegiada que te acompaña... Tu mérito es muy grande".
Con los años, Alonso fue perdiendo cada vez más visión y en sus últimas esporádicas apariciones públicas se la veía frágil y físicamente deteriorada.
Según Castro, lo que realizó Alonso con el Ballet Nacional de Cuba "fue como la mano de seda que despertó el genio dormido en el fondo del alma de nuestro pueblo".
Fidel Castro le impuso múltiples condecoraciones, algunas de las más altas de Cuba como la Orden José Martí o la de Héroe del trabajo.
Alonso, por su lado, hizo una evocación del líder cubano en un breve intercambio que tuvo con la prensa en el año 2008 poco antes de recibir el título de Profesora Honoraria de la Universidad Bolivariana de Venezuela.
Cuando le preguntaron ¿qué es Fidel para Alicia?, la prima bailarina respondió, según la revista cultural cubana La Jiriblla: "Lo que es para el pueblo de Cuba y para el mundo entero, una estrella que nunca se apagará".
Su retiro definitivo del escenario se anunció el 29 de diciembre de 1995, al bajar el telón tras una presentación de "Farfalla", en la ciudad italiana de Faenza pero siguió al frente de la compañía.