Adolfo Suárez, primer presidente del gobierno durante la transición española, "un hombre de concordia que hizo posible la democracia", falleció ayer a los 81 años tras más de una década afectado por el Alzheimer.
"Adolfo Suárez ha muerto", anunció el portavoz de la familia, Fermín Urbiola. Fue debido a "la evolución natural de la enfermedad", explicó la doctora Isabel de la Azuela.
El rey Juan Carlos, con quien Suárez mantuvo una estrecha relación desde que trabajaron codo con codo para cambiar el rumbo del país, lamentó la pérdida de "un colaborador excepcional" y "un amigo leal".
"Pero el dolor no es obstáculo para recordar y valorar uno de los capítulos más brillantes de la historia de España, la transición, protagonizada por el pueblo español, impulsada por Adolfo y yo junto con un excepcional grupo de personas de diferentes ideologías", afirmó el monarca, de 76 años.
Antiguo hombre del aparato franquista, Suárez había sido encargado en 1976 de formar gobierno por el rey, tras su coronación el 22 de noviembre de 1975, dos días después de la muerte del dictador Francisco Franco.
El mandato de Suárez fue ratificado después por las urnas en las primeras elecciones democráticas, en 1977.
Se convirtió así en una de las figuras más emblemáticas del delicado período que permitió a España pasar página de una dictadura iniciada en 1939 tras tres años de Guerra Civil.
Un hombre de concordia
Suárez "es una de las figuras más importantes y positivas de nuestra historia común", afirmó el jefe del gobierno español, Mariano Rajoy.
"Es el momento de mostrar nuestro respeto y nuestro agradecimiento a aquel hombre de concordia que hizo posible la democracia en España y nos abrió las puertas de Europa", agregó.
El país decretó tres días de luto oficial a partir de hoy, cuando se instalará la capilla ardiente en el Congreso de los Diputados.
Aquejado de la enfermedad de Alzheimer desde hacía más de una década, el ex presidente había sido hospitalizado el lunes en una clínica de Madrid debido a una infección respiratoria.
El viernes su hijo, Adolfo Suárez Illana, había anunciado que el estado de salud de su padre se había degradado y el desenlace era “inminente”.
Numerosos políticos nacionales e internacionales lamentaron su muerte, entre ellos el presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Durao Barroso, quien alabó a un hombre “sin el que no se podría entender la historia reciente” de España.
“Ha sido un ejemplo para toda la clase política europea; supo, desde la tolerancia y ejerciendo su liderazgo, llevar a su país hacia la democracia y hacia Europa”, afirmó.
Durante el gobierno de Suárez se llevaron a cabo las principales reformas para que España se convirtiera en una democracia, como la legalización de todos los partidos políticos -incluida la polémica legalización del Partido Comunista-, la redacción de la Constitución y su aprobación por referéndum en 1978.
Líder carismático admirado por su talento conciliador, puso las bases para permitir la entrada del país en la Comunidad Económica Europea, embrión de la UE, en 1986.
Sin embargo, a partir de 1979, año de su segunda victoria electoral, emprendió un declive, lastrado por las dificultades y la retirada del apoyo del rey, que le llevó a dimitir por sorpresa en enero de 1981, días antes del intento de golpe de Estado militar del 23 de febrero, que fue aplacado por el monarca.
Aquel día Suárez fue uno de los tres miembros del Congreso de los Diputados que permaneció sentado cuando el teniente coronel Antonio Tejero irrumpió pistola en mano gritando: “¡Todos al suelo!”.
Una imagen que quedará grabada para siempre en el imaginario de España, al igual que la última fotografía conocida de Suárez, tomada por su propio hijo en 2008, durante una visita del rey, al que el ex presidente ya no reconoció debido al Alzheimer.
Retirado de la vida pública desde que se le declaró la enfermedad, el hombre sin cuya ayuda “seguramente no hubiese volado España ni tan alto ni tan lejos”, perdió rápidamente la conciencia de lo que le rodeaba, afirmó su hijo.