La calle Mitre de Guaymallén se inundó de Carnaval ayer por la tarde. Murgas, caporales y bailes andinos invadieron el ambiente con esta festividad pagana que busca ganarse un espacio importante luego de haberse perdido del folclore popular.
Las comunidades mantuvieron la tradicional costumbre en su seno y salieron orgullosas a ganar la calle para compartirla con los vecinos que se acercaron para sumarse. Se trató del festejo organizado por la Secretaría de Cultura provincial.
Al sonido de los instrumentos de percusión los bailarines se apropiaban del aire para volar enfundados en coloridos trajes. El ritmo parece apropiarse del cuerpo. La gente llegó para participar del espectáculo, relajada gracias al fin de semana largo. Familias completas se acercaron para disfrutar.
Los aerosoles con espuma fueron unos de los protagonistas y se ocuparon de "decorar" a cuanta víctima se le pusiera por delante. Algunos atrevidos -pocos- incluso llevaron bombitas.
"Me gusta que vuelvan los festejos de Carnaval, se ve la alegría de adultos y niños", contó Belén (31) una de las espectadoras, quien asistió junto a sus hijos, padres y hermanos.
Las pruebas la delataron: llevaba en sus manos un aerosol, que según contó apuntaba a cualquiera pero hasta el momento nadie se había molestado. Un poco más allá, Patricia (51) aseguraba que estar allí “contagia alegría que tanto creo que nos hace falta”.
Claudia (40) vive en Mendoza y es boliviana, recordó que su comunidad ha mantenido esta tradición, “es tiempo de olvidarse de los problemas por un momento”.
El punto de encuentro fue el predio de la Virgen, sobre el Acceso Este y desde allí partieron caminando y bailando sobre Mitre para llegar al Espacio Cultural Julio Le Parc. Allí luego hubo un espectáculo musical.
Maquillada con tonos intensos iba Roxana (25) como parte de una agrupación. Dijo sentirse orgullosa por poder mostrar lo que hacen y participar también de Vendimia. No iba sola, su pequeño Máximo de cuatro años cargaba un “repique”, una especie de tambor, y un poco más allá estaba su hijo Lautaro de 8 años, también vestidos para la ocasión “Hace dos años que participo (de la murga) y como ellos me acompañaban se sumaron, esto es una gran familia donde encontrás amistad y compañerismo”.
Junto a otra agrupación iba Gimena (7) agitando enérgica una colorida bandera en cada mano. “Me gusta mover las banderas pero a veces también bailo”, contó mientras disfrutaba de la primera vez que tenía oportunidad de participar de un desfile así.
Vicente Mamaní, profesor del ballet Raíces explicó que hay diferencias entre el caporal, que es una danza moderna surgida hace unos 40 años y lo que hacen ellos que es Tinku, una danza cuyo nombre significa "encuentro" en quechua. Detalló que se trata de una costumbre prehispánica, propia de lo que hoy es Sudamérica. "
Los pueblos originarios trabajamos la tierra (acá hay hijos y nietos de bolivianos también) y festejamos la cosecha de esta manera, como acá se celebra la Vendimia; es un carnaval. Los bailes son en honor a la tierra y la rítmica de la música es de mucha alegría”, explicó.