Yoani Sánchez: “La gente demostró que si sale a la calle, el Gobierno cubano tiene que responder”

A poco más de un año de las protestas populares que se extendieron por todo el país, la periodista independiente y militante de la libertad de expresión en Cuba habló sobre los cortes de internet como método de represión, los presos políticos y la delicada situación energética y sanitaria en la isla.

Yoani Sánchez: “La gente demostró que si sale a la calle, el Gobierno cubano tiene que responder”
Yoani Sánchez

Desde que se lanzó al mundo con su blog Generación Y, Yoani Sánchez se transformó en una de las periodistas cubanas más reconocidas. Recibió premios internacionales por sus reportes y crónicas que retratan la vida en la isla y los problemas de los cubanos, además de abogar por una apertura democrática del régimen castrista.

También sufrió en carne propia el costo de difundir esos reclamos.

En la actualidad, mantiene las banderas del periodismo independiente desde 14ymedio, un medio digital crítico con el oficialismo y uno de los que reflejó con mayor amplitud las protestas populares que marcaron al país el 11 y el 12 de julio de 2021.

Continúan las protestas en Cuba.
Continúan las protestas en Cuba.

A pocas semanas de cumplirse el aniversario de esas manifestaciones populares –que pedían mejoras económicas, pero también libertad–, Yoani Sánchez dialogó sobre las consecuencias de aquel hito, sobre las restricciones que sufre el pueblo cubano y las que ella y otros periodistas deben sortear para poder seguir informando la realidad local.

–Hace poco más de un año, se produjo un hito histórico con las masivas protestas del pueblo cubano. ¿Cuál fue la situación desde entonces? ¿Qué queda de ese germen?

–Nunca antes en la historia de esta isla se había dado un hecho que fuera tan respaldado por tantas personas a la vez. Incluso las luchas de la independencia o contra la dictadura de Fulgencio Batista en los años 1950 nunca lograron involucrar a la cantidad de personas que se lanzaron a las calles el año pasado. Lo hicieron bajo consignas que exigían un cambio económico en la isla, el fin de los cortes energéticos o la falta de medicamentos, pero que tenían un carácter libertario y político. Las consignas que más se repitieron fueron libertad, patria y vida, y contra los dirigentes partidistas del PC cubano que manejan con mano de hierro el país. Se cuestionó el modelo político que rige el país desde hace más de 60 años. Fue una gran sorpresa para muchos. La mayoría creía que el pueblo cubano se había conformado con escapar de la isla ante las inconformidades con el sistema, pero no a usar la protesta popular en las calles como herramienta de cambio. Esto marcó un antes y un después en la ciudadanía, pero también en los modelos represivos del régimen. Esos días vimos cómo el oficialismo lanzó a la calle a militares, policías, gente vestida de civil adiestrada para golpear a los manifestantes. Hubo arrestos muy violentos. Sólo se reconoce un fallecido. Pero hay reportes de numerosos heridos y cientos de detenidos.

–¿Qué pasó con esa gente?

–A lo largo de este año, hemos visto cientos de juicios sumarios sin confirmarse o garantizarse los derechos de los procesados. Muchos fueron juzgados por el delito de sedición y condenados a hasta 20 años de prisión. Pretenden enviar un mensaje de terror a la ciudadanía para que no vuelva a tomar las calles contra el régimen. Cuba es hoy un país más opresivo, reprimido. La militarización de las calles aumentó, el oficialismo está nervioso porque no esperaba que esa crítica privada, entre amigos, pasara a la crítica pública, tomando las calles. El exilio se ha llevado en los últimos meses a 160 mil cubanos. Entre ellos, muchos que protestaron en aquella jornada y que se fueron por temor a represalias. Pero también hay que decir que la ciudadanía aprendió la manifestación popular y hay un sentimiento de autoestima que no había hace un año, porque la gente demostró que si sale a la calle, si grita, el Gobierno tiene que responder. En las últimas semanas, hubo focos de manifestaciones en pueblos con largos cortes eléctricos. La gente salió a la calle con cacerolas y el Gobierno debió retornar el suministro. Los cubanos somos hoy un poco más ciudadanos, pero la represión es mayor.

Más represión para la gente y el periodismo

–¿Siguen controlando de cerca tu trabajo y el de otros u otras periodistas?

–A partir de las protestas, también el periodismo independiente se ve envuelto en una mayor represión. Crecieron el control y las represalias contra este, porque es el que logró mantener la narrativa de las protestas populares en su versión más cercana a la realidad. En aquellos días, fuimos los periodistas independientes quienes logramos reportar no sólo el volumen de las protestas, sino los arrestos, los golpes, las familias desesperadas buscando en las estaciones de Policía a sus hijos. Tras los primeros arrestos, pasaron días hasta que los parientes pudieron tener una fe de vida. También ayudó en contactos con familias de detenidos. Hubo muchas crónicas sobre los arrestados en aquellas jornadas. Eso aceleró la represión. Estamos viviendo tiempos muy oscuros en la isla. Hay operativos policiales alrededor de nuestras viviendas para impedirnos salir a cubrir determinados hechos, o cortes de internet justamente en estos días. Hemos sufrido casi tres días de cortes alrededor de la fecha del aniversario del 11-J. Es muy complicado ejercer la profesión. Varios colegas debieron exiliarse. Pero tenemos un compromiso con los lectores, con la ciudadanía y con la realidad. Por tanto, en la medida en que se difunde nuestro trabajo, eso nos permite una mínima protección, que no nos cubre totalmente, pero nos permite seguir contando la Cuba profunda. En los próximos meses, puede recrudecer esta situación con la entrada en vigencia de un nuevo Código Penal, que es muy duro con el periodismo independiente y con los medios no controlados por el oficialismo. También se espera una nueva ley de comunicación, que sólo respaldará a los medios oficiales.

–¿Mejoró algo la conectividad a internet en la isla?

–En el último año, se deterioró significativamente. Después de las protestas, el régimen cortó el acceso. Fue una manera de impedir que se difundieran las imágenes de la protesta. Es una práctica cada vez más frecuente. Cuando vemos que los teléfonos móviles se quedan sin servicio de datos, empezamos a pensar que hay una protesta en algún punto del país. Recientemente, en Jagüey Grande, en Matanzas, la gente se lanzó a las calles por un corte eléctrico. En ese momento cortaron el acceso en toda la isla. Hay una relación directa entre la protesta, la represión y desconectar cualquier acceso que pueda hacer que las personas reporten internamente y hacia el mundo lo que está sucediendo. Se ha vuelto un servicio más inestable, más controlado, carísimo. La Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa) es el brazo tecnológico de la represión en la isla.

–¿Hay funcionarios o líneas internas en el Gobierno que tiendan a una mayor apertura?

–Especular sobre la posible existencia de reformistas dentro del propio régimen es un ejercicio estéril. Si alguno de nosotros supiera quiénes son esos posibles reformistas, esas personas estarían siendo arrestadas y amenazadas.

–¿Cuál es la situación económica y sanitaria de la isla en este momento? ¿Cómo la afectó la pandemia?

–La salud pública ha sido la joya de la corona de la propaganda oficialista que enarboló el mito de que los cubanos tenemos acceso gratuito y pleno a un sistema de salud potente, eficiente. Nada más alejado de la realidad. Por décadas se han ido acumulando serios problemas, con pocas inversiones en infraestructura. Se construyen hoteles de lujo en la isla, pero la inversión en hospitales, consultorios o policlínicos es reducida y se ha ido apocando. Ahora vivimos una crisis galopante de falta de medicamentos, especialmente para pacientes crónicos. El régimen ha dicho que no hay recursos, que faltan materias primas, pero en parte es por la deficiencia de este modelo que no genera ganancias. El país no puede comprar las materias primas para elaborar esos medicamentos. El costo para la vida humana ha sido inmenso, pero son estadísticas que no se difunden de manera clara, directa. Familiares de pacientes tienen que llevar desde las fundas de almohadas hasta ventiladores, hilos de sutura, medicamentos. Y sobornar y regalar algo al personal involucrado en el procedimiento, para que la cirugía no se aplace.

Largas colas en busca de combustible en Cuba. (AP)
Largas colas en busca de combustible en Cuba. (AP)

–¿Te parece suficiente el apoyo que recibís del exterior o el que reciben otros dirigentes que buscan un cambio y una apertura democrática?

–El apoyo exterior para los activistas y los periodistas independientes es una de las partes más importantes de nuestro trabajo, para lograr el escudo protector que nos permita seguir trabajando desde la isla y abriendo el camino para una Cuba democrática y con más libertades. Hay muchas formas de apoyar. Como directora de 14ymedio, siento que los lectores son nuestro blindaje principal. También para los opositores es fundamental la participación en foros internacionales, como la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos humanos) o espacios de Naciones Unidas que debieran estar más abiertos a los disidentes de Cuba.

Complicidad argentina a distancia

–¿Cómo se ve desde allí la relación entre el gobierno argentino y el cubano?

–Aunque el Gobierno argentino se alinea con frecuencia con La Habana a la hora, por ejemplo, de tapar la violación de derechos humanos en la isla, sobre la situación de los presos políticos o la represión contra el periodismo independiente, y se comporta como un camarada, no es el momento de mayor cercanía o sintonía entre ambos jefes de Estado. Eso se nota en la prensa oficial cubana, donde, cuando hay un vínculo más estrecho, enseguida se hace notar con titulares grandilocuentes. En el caso de Argentina, se nota un tono menos cercano, pero también de complicidad.

–¿Qué opinás sobre los recientes comentarios del Papa acerca de Raúl Castro?

–Recientemente se levantó una avalancha de críticas por esas declaraciones sobre Cuba. En una entrevista en el Vaticano, el papa Francisco habló de “una relación humana con Raúl Castro”. Utilizó el breve tiempo que le dedicó a la isla en esta entrevista, no para recordar el aniversario de las protestas del 11-J, que se dio justamente en ese momento, o para dirigirse a las familias que están sufriendo la prisión de un hijo, sino para decir que tenía una relación humana con él, en lugar de mandar un mensaje que conectara con el pueblo cubano.

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