El meteorólogo John Morales se emocionó y quedó al borde del llanto en vivo al anunciar la potencia del Huracán Milton que se desplazaba por las aguas del Golfo de México. Durante su transmisión en NBC6, se mostró claramente conmovido al informar que el sistema había disminuido 50 milibares de presión en solo diez horas, alcanzando una velocidad de 257 km/h.
“Es un huracán increíble... simplemente horroroso”, logró decir, antes de disculparse por no poder contener su conmoción. A lo largo de su carrera, Morales había sido un pilar de tranquilidad y objetividad, disipando el alarmismo incluso en los momentos más tensos.
“Es un huracán increíble, increíble, increíble. Ha bajado 50 milibares en diez horas. [Breve silencio.] Me disculpo, esto es simplemente horroroso. Los vientos máximos sostenidos son de 260 km/h. Y sigue ganando fuerza en el Golfo de México, donde se pueden imaginar los vientos... Las aguas están increíblemente calientes, calientes a nivel récord”, fueron las palabras de Morales.
John Morales, de origen puertorriqueño, famoso por su imparcialidad y serenidad, ha estado proporcionando reportes meteorológicos durante más de cuarenta años sin dejarse influir por el caos que lo rodea.
No obstante, este evento supera cualquier cosa que hubiera presenciado antes. El huracán intensificó su fuerza, impulsado por las temperaturas récord de los océanos, algo que Morales no dudó en relacionar con el cambio climático.
Este momento no solo puso de manifiesto la posible tragedia que representaba Milton, sino que también mostró un aspecto más humano del meteorólogo. Más tarde, en su cuenta de X, Morales expresó: “El clima extremo impulsado por el calentamiento global me ha cambiado. Honestamente, USTED también debería preocuparse y exigir #AcciónClimáticaYa”.
Sus palabras reflejaban una urgencia que iba más allá de lo científico, poniendo de relieve la vulnerabilidad que incluso los expertos sienten ante la devastación provocada por el clima.
Mientras tanto, Florida, aún lidiando con las cicatrices dejadas por el huracán Helene solo dos semanas atrás, se encontraba en alerta máxima nuevamente. Milton, que había cobrado fuerza rápidamente en el Golfo, se dirigía hacia la costa con vientos de 257 km/h y una posible marejada ciclónica de 3,6 metros.
Aunque los meteorólogos anticipaban que la tormenta podría debilitarse un poco antes de tocar tierra, el temor por su impacto se mantenía, con la posibilidad de que llegara a Tampa Bay como un huracán de categoría 3.
Con el 9 de octubre como fecha estimada de llegada, las autoridades se preparaban para lo peor. Varios condados declararon el estado de emergencia, y el aeropuerto de Orlando anunció la suspensión de vuelos. Las evacuaciones se difundieron rápidamente a través de medios y redes sociales, mientras miles de personas abandonaban sus hogares en busca de refugios más seguros.
Los recuerdos de Helene, que causó al menos 227 muertes y dejó a millones sin electricidad, seguían latentes. En muchas áreas, la reconstrucción aún no había comenzado, y las imágenes de barrios inundados y casas destruidas recordaban la vulnerabilidad del estado ante este tipo de desastres. Con Milton acercándose, el miedo era palpable en el ambiente, imposible de disimular.