Colin Weir, oriundo de Edimburgo (Escocia), ganó en 2011 la suma de 161.653.000 libras, lo que equivalía a alrededor 210 millones de dólares. En una foto junto a su esposa Christine, y un enorme cheque en la mano, pasó a ser una cara conocida en las noticias.
Weir había ganado el sorteo del Euromillones, y así se había convertido en una de las personas más ricas del Reino Unido. Ahora bien, a 9 años de todo esto, todo cambió. En diciembre del año pasado, este hombre falleció a los 71 años tras una lesión renal aguda. Y su testamento lo dejó en evidencia: antes de su muerte se había gastado la mitad de su fortuna.
En 2018, tras 38 años de casados, Colin se separó de Christine, lo que significó también que se dividieran esa fortuna en partes iguales.
Según explica el Daily Mail, lejos de desperdiciar el enorme premio, Weir decidió compartirlo entre familiares y amigos, realizar generosas donaciones y recaudar fondos fiduciarios. Y claro también se dio algunos lujos.
En su testamento, dado a conocer en los últimos días, quedó evidenciado que este británico había comprado muebles, joyas y obras de arte valuadas en cerca de 250.000 dólares. Además, tenía un garage de primer nivel, con automóviles como un Bentley Arnage antiguo, un Jaguar F-Pace SUV y un Mercedes Benz Clase E. Más: adquirió tres caballos purasangre.
Compró varias propiedades, por supuesto, una de ellas en la exclusiva Palma de Mallorca (España). Sin embargo, nunca se mantuvo lejos de sus seres queridos. “No queríamos irnos y vivir en una pequeña isla sin contacto con las personas que son importantes para nosotros”, dijo Colin en una ocasión.
Su generosidad lo caracterizó: le regaló a su joven vecina y madre primeriza su viejo piso de tres habitaciones, para que pueda vivir cómodamente con sus padres. Además hizo varias donaciones a organizaciones caritativas y al SNP (Partido Nacional de Escocia), porque tanto él como su ex esposa eran independentistas hasta la médula.
¿Más? Gastó cerca de 5 millones de libras en comprar casas para sus amigos más cercanos y creó becas para jóvenes deportistas de la zona. El Fondo de Caridad Weir es una prueba de todo esto: fue ideado para respaldar proyectos que promuevan la salud, el bienestar animal y la participación pública en el deporte.
Sus últimos días lo encontraron viviendo en su casa en Ayr, Escocia, donde se mudó en 2018, poco tiempo después de su divorcio.
Su punto débil
Según indicó Clarín, era hincha de toda la vida del Partick Thistle Football Club -equipo que actualmente milita en la tercera división del fútbol de Escocia-, Weir decidió darle a su dinero un uso que se explicaba desde la pasión.
¿Qué hizo? Con la plata del premio, liquidó la deuda que tenía el club (de 11 millones de dólares) y prometió otros 3,5 millones de dólares para la creación de una concentración y centro de entrenamiento donde formar a las jóvenes promesas.
Y no se quedó ahí, sino que decidió convertirse en accionista mayoritario de su club para impedir que sea adquirido por un consorcio de inversores norteamericanos y chinos. En total, se quedó con el 55% de las acciones, aunque finalmente no fueron solo suyas: se las cedió a los socios.
El agradecimiento de todos ellos fue tal que actualmente una de las tribunas del Firhill Stadium -la casa del Partick Thistle Football Club- lleva el nombre de “Colin Weir”.
La conclusión la brinda un experto en finanzas consultado por el Daily Mail: “Gastar 40 millones de libras en ocho años requiere un poco de trabajo, pero es probable que se haya destinado principalmente a establecer fideicomisos para su familia y otros intereses. Lo que dejó atrás parece ser un portfolio muy sensato y seguro”.
Al cabo: lo que queda de la fortuna de Weir, parece, no se esfumará en el corto plazo. Su legado, tampoco.