Entre los puntos más destacados de la agenda de la reunión del último fin de semana, se hallaba un tema alarmante para los socios de Ankara en la OTAN: las nuevas adquisiciones de material bélico de Rusia destinados al Ejército turco, son una decisión que ya en el pasado supuso la imposición de sanciones por parte de EEUU contra la industria de defensa turca.
Durante el encuentro previo con la prensa, Erdogan se ha referido a la controvertida adquisición de baterías de misiles antiaéreos S-400 hace cuatro años, y ha ofrecido una respuesta inequívoca acerca de la intención de su país de seguir proveyéndose de armas fabricadas por Rusia, el principal rival de la OTAN, la alianza militar a la que en teoría aún pertenece su país: “No es posible renunciar a los pasos que dimos (la compra de baterías) Yo especialmente creo esto: es de una gran importancia para nosotros continuar estrechando los lazos entre Turquía y Rusia cada día”, dijo a los medios presentes durante el encuentro.
Las palabras pronunciadas por el líder turco son la confirmación de lo dicho por él mismo hace unos días en una entrevista con la cadena CBS: “En el futuro nadie podrá interferir en qué sistemas de defensa adquirimos, de qué país y a qué nivel”.
Durante el verano, además, los medios rusos, citando a fuentes de Rosborenexport, el conglomerado que gestiona las exportaciones rusas de material bélico, han venido dando por concluido el nuevo contrato.