El presidente Donald Trump salió el domingo brevemente del hospital para saludar a sus simpatizantes desde su caravana de vehículos.
Horas antes, el equipo médico del presidente informó que su nivel de oxígeno en la sangre bajó repentinamente dos veces en los últimos días. Pero los médicos también señalaron que su salud ha mejorado y podría ser dado de alta del hospital tan pronto como el lunes. “Ha sido una travesía muy interesante. Aprendí mucho sobre el COVID”, dijo Trump, de pie en su habitación de hospital en un video publicado en sus redes sociales.
“Aprendí de él yendo realmente a la escuela. Lo entiendo y lo comprendo”, añadió. Al menos un integrante del personal médico del Centro Médico Militar Nacional Walter Reed, donde Trump se encuentra hospitalizado desde el viernes por la tarde, cuestionó si Trump realmente había aprendido algo sobre el virus.
“Cada una de las personas en el vehículo durante ese paseo presidencial completamente innecesario justo ahora tienen que entrar en cuarentena por 14 días. Podrían enfermarse. Podrían morir. Por el teatro político. Comandado por Trump para poner sus vidas en peligro por el teatro. Esto es una locura”, tuiteó el doctor James P. Phillips, médico tratante en Walter Reed.
Horas antes, los médicos de Trump revelaron que dieron al presidente un tratamiento de esteroides que generalmente se recomienda solo para los pacientes enfermos de gravedad. Pero eludieron las preguntas sobre cuándo había disminuido el nivel de oxígeno en la sangre de Trump, un episodio que no mencionaron en varias declaraciones hechas en la víspera, o si las radiografías de sus pulmones mostraban algún daño.
Fue el segundo día consecutivo de confusión y ofuscación por parte de una Casa Blanca que de antemano sufre una crisis de credibilidad. Y generó más dudas sobre si los médicos que atienden al presidente compartían información veraz y oportuna con la población estadounidense sobre la gravedad de su condición.
Ante la presión sobre la información contradictoria que él y la Casa Blanca dieron a conocer el día anterior, el médico Sean Conley, un comandante de la Marina, reconoció que había tratado de presentar una descripción optimista de la salud del presidente.
“Intentaba reflejar la actitud optimista del equipo y el presidente han tenido ante el rumbo de su enfermedad. No quería dar ninguna información que pudiera dirigir la evolución de la enfermedad en otra dirección”, afirmó Conley. “Y al hacerlo, resultó como si estuviéramos tratando de ocultar algo, lo cual no fue necesariamente cierto. El hecho es que él sigue mejorando”.
La sesión informativa afuera del hospital duró solamente 10 minutos.
Los expertos médicos señalaron que las revelaciones de Conley planteaban nuevas preguntas sobre cuán enfermo estaba el presidente y que también son difíciles de cuadrar con la evaluación optimista del médico y hablar de un alta.
“Hay un poco de desconexión”, aseveró el doctor Steven Shapiro, director médico y científico del Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh.
Al mismo tiempo, el paseo de Trump en caravana hizo a muchos recordar el momento en 2016 cuando salió de la Trump Tower -en medio del escándalo generado por la divulgación de audios con declaraciones polémicas y misóginas- para recibir a sus partidarios en la calle. Pero esta vez, su decisión quizá expuso a varias personas al COVID-19.
De acuerdo con las directrices de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés), “en general, el transporte y movimiento de un paciente que se sospeche o se confirme contagiado de SARS-CoV-2 fuera de su cuarto debería ser limitado a propósitos esencialmente médicos”.
La saturación de oxígeno en la sangre es un marcador de salud clave para los pacientes con COVID-19. Una lectura normal está entre 95 y 100. Conley dijo que el presidente tenía “mucha fiebre” y un nivel de oxígeno en la sangre por debajo del 94% el viernes y durante “otro episodio” el sábado.
Se mostró evasivo sobre cuándo disminuyó el nivel de oxígeno en la sangre de Trump. “Fue en el transcurso del día, sí, ayer en la mañana”, dijo y cuando le preguntaron si el nivel había estado por debajo del 90%, respondió: “No tenemos ningún registro de eso”. Pero reveló que le administraron una dosis del esteroide dexametasona en respuesta.
Al momento de la sesión informativa, el nivel de oxígeno en la sangre de Trump era de 98%, dentro del rango normal, señaló su equipo médico.
Síntomas de neumonía y otros daños pulmonares podrían detectarse en los estudios antes de que un paciente sienta falta de aliento, pero los médicos del presidente rechazaron informar qué habían revelado los análisis.
“Hay algunos hallazgos esperados, pero nada que implique alguna preocupación clínica importante”, dijo Conley. Rechazó esbozar esos “hallazgos esperados”. Cuando le preguntaron sobre la falta de transparencia de Conley, la colaboradora de la Casa Blanca, Alyssa Farah, respondió que los médicos se dirigían tanto al presidente como al pueblo estadounidense y señaló que “cuando estás atendiendo a un paciente, quieres proyectar confianza, quieres subirle el ánimo y esa fue la intención”.
Trump regresó a las redes sociales el domingo.
Primero compartió un video de unos simpatizantes afuera del hospital, muchos de ellos sin portar mascarillas para evitar la propagación del virus. Y más tarde, envió a sus partidarios un mensaje en Twitter: “El hecho es que, ellos realmente aman a nuestro país y están viendo cómo lo estamos haciendo más grande que nunca”.
El rival de Trump en la contienda por la Casa Blanca, el candidato demócrata Joe Biden, sacó del aire sus avisos de ataque mientras dure la hospitalización de Trump, y el domingo despachó a sus voceros para que emitan mensajes conciliatorios.
“Esperamos sinceramente que el presidente se recupera rápidamente y que regresa a la campaña muy pronto”, declaró Symone Sanders, una asesora de Biden.
“Este es un recordatorio sombrío de que el virus es una amenaza real”, añadió la asesora en el programa “State of the Union” de la cadena CNN.