El estado de Texas, Estados Unidos, incorporó dos leyes que causaron polémica: prohibirán el aborto después de las seis semanas de gestación y se podrán llevar armas en público sin licencia.
La prohibición casi total de la interrupción del embarazo faculta a cualquier ciudadano particular a demandar a una institución o médico que practique el aborto por infringir la ley, lo que abre las puertas a demandas de los “vigilantes” antiabortistas que podrían acabar cerrando la mayoría de las clínicas del estado.
El proyecto de ley 8 del Senado, aprobado por la asamblea legislativa de Texas, dominada por los republicanos, y convertido en ley por el gobernador republicano, Greg Abbott, en mayo y ahora ratificado por el Tribunal Supremo, prohíbe el aborto una vez que se detecta la actividad cardíaca embrionaria, que es alrededor de las seis semanas, y no contempla excepciones por violación o incesto. Las apelaciones de última hora para frenar la iniciativa mediante un recurso ante la Corte Suprema de Estados Unidos no prosperaron.
De esta forma, Texas se convirtió en el primer estado que prohíbe el aborto en una fase tan temprana del embarazo desde que se aprobó la primera legislación al respecto en 1973. Aunque una docena de otros estados han aprobado proyectos de ley similares sobre el “latido del corazón”, todos han sido bloqueados por los tribunales.
Armas en público
Texas se convirtió en la vigésima entidad de Estados Unidos en permitir algún tipo de portación no regulada de armas de fuego, autorizando a la mayoría de los mayores de 21 años que no hayan sido declarados culpables de un delito grave a portar una pistola enfundada en público sin haber recibido algún tipo de entrenamiento o tener una licencia.
La nueva ley entró ayer en vigor, donde las personas pueden portar el arma sin la necesidad de que esté oculta, aplicándose a menos de un mes de la conmemoración que se realizó en El Paso por el ataque supremacista blanco donde murieron 23 personas el 3 de agosto de 2019.
Los partidarios de la medida, incluyendo al gobernador texano Greg Abbott y los demás republicanos del Congreso, la han elogiado por considerarla una expansión necesaria al llamado movimiento constitucional a la portación de armas que les permitirá a las personas defenderse con mayor facilidad sin interferencia del gobierno.
Sin embargo, los detractores, incluyendo algunos grupos policiales y otros, aseguran que relajar aún más las restricciones a las armas de fuego es algo imprudente en un estado en el que se han registrado muchos tiroteos masivos.
Hasta el miércoles, los texanos requerían de un permiso para portar una pistola afuera de sus casas y vehículos. Para obtenerlo, tenían que acudir a que les tomaran las huellas dactilares, realizar un entrenamiento de varias horas sobre leyes de armas de fuego y seguridad, y aprobar un examen de aptitudes. Ahora todavía pueden tomar un curso de capacitación en línea que la ley requiere que el estado proporcione, pero no es obligatorio.