Chatrity Sutter, una joven de 21 años, oriunda de Michigan, Estados Unidos, sufrió un trágico accidente doméstico cuando era muy pequeña y ahora se animó a contar su historia, a cual incluye a su madre como protagonista y a quien jamás pudo perdonar por las secuelas que aún sufre.
Todo ocurrió cuando Charity tenía 4 años y su madre, en un intento desesperado por quitarle los piojos que habían que persistían, pese a todos los remedios que habían probado, decidió mojarle la cabeza con gasolina, pero tras un paso por la cocina una chispa hizo que su hija se prendiera en fuego. A pesar de que pudieron salvarla sufrió secuelas que le quedaron para siempre su cuerpo y su rostro.
“Fue mi abuela a quien se le ocurrió la idea. Ella le dijo a mamá que en su día usaban queroseno para tratar los piojos y que funcionaba mejor que cualquier otra cosa que hubiera estado probando. Mirando hacia atrás, no sé cómo pudo siquiera pensar que esto era una posibilidad, era tan peligroso”, contó Charity a The Sun.
La joven ahora vive en Flint, una localidad de Michigan y recuerda su trágico accidente como si contara algo insólito y sacado de un cuento de terror. Pero asegura que aunque pudo continuar con su vida, nunca llegó a perdonar a su madre por lo que hizo.
Charity relató además que los pijos estaban siendo una epidemia en su núcleo familiar, pues también habían afectado a su hermana y a sus primos y esto hacía que cuando un niño parecía estar saliendo de los molestos parásitos, los demás lo volvían a contagiar volviéndose una historia sin fin.
El hecho
Por eso, y aconsejada por la abuela, la mamá de Charity optó por el supuesto remedio casero y decidió tomar nafta que había extraído de su cortadora de césped y cubrir la cabeza de la niña y su hermana con la sustancia altamente inflamable. Se lo aplicó en el baño y después de dejarles el líquido durante un rato en el pelo, las enjuagó, les hizo unas trenzas y se fue a la cocina a preparar la cena.
Charity relata a ese medio que recuerda perfectamente a su madre en la cocina y que en un momento prendió un cigarrillo. Ella estaba cerca y un poco de ceniza encendida le cayó sobre la cabeza. Inmediatamente se prendió fuego, porque a pesar del enjugue los restos de partículas de combustible seguían en su pelo.
“Recuerdo que olía tan mal que casi me enferma. Bajamos las escaleras y ella empezó a cocinar la cena. Fui a hablar con ella pero estaba fumando un cigarrillo y la ceniza cayó sobre mi cabello. Junto con el queroseno y estando de pie junto a un quemador encendido, me prendí en llamas como una hoguera”, relató la joven.
Cerca de la muerte
Charity terminó con quemaduras de tercer grado que cubrieron el 60% de su cuerpo y tuvo suerte de sobrevivir.
“Recuerdo a mi mamá gritando pero extrañamente, no recuerdo el olor ya que casi todo mi cuerpo se incendió. Creo que fue tan traumático que lo guardé en mi memoria en alguna parte”, agregó.
A pesar de que la madre de Charity trató de apagar las llamas, la envolvió en una toalla y la sacó de la casa, pero las llamas alcanzaron a quemar su rostro, el torso y los brazos. Una vecina que vio el humo y el fuego llamó a Emergencias y su mamá entró corriendo para sacar a su hermana de la casa, que afortunadamente escapó ilesa.
“Me llevaron a un hospital local, pero mis quemaduras eran tan graves que me trasladaron en avión al Hospital de la Universidad de Michigan en Ann Arbor, que tiene una unidad especializada en quemaduras. Tenía quemaduras en toda la cara, el cuello, el brazo izquierdo y partes de la pierna izquierda. Tenía quemaduras en la espalda y los médicos dijeron que tenía quemaduras de tercer grado en más del 60% de mi cuerpo”, destacó la joven.
Su vida ahora
Hoy, a sus 21 años la joven sobreviviente sueña con marcar la diferencia para otros jóvenes que les toca vivir situaciones similares a las que ella pasó, por lo que se está haciendo una especialidad para ser enfermera de quemados.
Además está de novia con un bombero llamado Jacob, también de 21 años, con el que se conoció en la aplicación de citas. Al día de hoy además, Charity todavía no ve a su madre y dice que su relación es “complicada”.
“Nunca podré perdonarla por lo que me hizo. Ella nunca se disculpó ni aceptó su responsabilidad y eso realmente me molesta. Está bien porque no puedo perder mi precioso tiempo preocupándome por ella. Todavía no puedo creer que ella pensara que estaba bien ponernos queroseno en el cabello. Estoy muy contenta de que no le haya pasado lo mismo a mi hermana”, finalizó la joven que demostró ser un ejemplo a seguir.