Rusia se acerca al control total de Severodonetsk, ciudad clave donde se libran intensos combates y donde los rusos ya destruyeron al menos dos de los tres puentes que conectan la localidad, dejando a las fuerzas ucranianas y a cientos de civiles atrapados. Rusia ya anunció a finales de marzo que su objetivo prioritario consistía en arrebatar a Ucrania todo Donbás, lo que implica continuar la ofensiva para hacerse también con Donetsk en su totalidad.
Las tropas de Moscú han avanzado de forma lenta pero constante en la región oriental ucraniana del Donbás, a la que pertenece Severodonetsk, tras concentrar la mayor parte de sus ataques allí con incesantes asaltos aéreos y de artillería, mientras Kiev urge a Occidente por más armas de largo alcance.
Si Rusia prevalece en la batalla del Donbás, Ucrania perdería no solo territorio, sino quizás la mayor parte de sus fuerzas militares más capaces, abriendo el camino para que Moscú tome aún más territorio del país y dicte sus condiciones a Kiev.
Por su parte, el jefe de la administración de esa zona de Lugansk todavía en manos de Kiev, Serguéi Gaidai, escribió en su canal de Telegram que «las tropas rusas controlan ya el 70% de Severodonetsk». Gaidai sostiene además que en la planta química de Azot «se han refugiado alrededor de 500 civiles, incluyendo 40 niños», con lo que parece dibujarse un panorama casi idéntico al infierno de Azovstal. «En una situación de continuos bombardeos, la evacuación masiva de civiles es imposible», afirmó. La factoría está defendida, según fuentes rusas, por unos 400 combatientes ucranianos.
Para darle la vuelta a la situación, Kiev no hace más que repetir a Occidente que necesita muchas más armas que las enviadas hasta la fecha. El asesor de la Presidencia de Ucrania, Mijailo Podoliak, escribió el lunes en Twitter que «seré directo, para poner fin a la guerra y expulsar a Rusia de Ucrania, necesitamos la paridad en armas pesadas».
Moscú, sin embargo, lleva exigiendo desde el principio de la invasión a EE.UU. y a la OTAN que se abstengan de armar a Ucrania. El general ruso y viceprimer ministro, Yuri Borísov, cree que enviar material pesado a las tropas ucranianas no va a resolver nada, salvo «prolongar más el conflicto». Según su opinión, «es poco probable que estas armas puedan influir de alguna manera en la situación (...) solo agravará más las cosas y prolongará el conflicto».