Este lunes, Rusia anunció su negativa a prorrogar un histórico acuerdo de exportación de granos ucranianos, apenas horas después de que drones navales atacaran un puente estratégico que conecta su territorio con la península de Crimea, anexada por Rusia.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, informó a los periodistas que el acuerdo del mar Negro, sellado en julio de 2022 con la mediación de Turquía y Naciones Unidas, ha llegado a su” fin de facto”. No obstante, Peskov dejó abierta la posibilidad de que Rusia regrese al acuerdo de exportación de cereales en cuanto sus intereses sean satisfechos.
En respuesta a esta decisión, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, afirmó que su país está dispuesto a mantener las exportaciones de grano y expresó su determinación a utilizar el corredor del mar Negro, incluso sin el apoyo de Rusia.
El acuerdo de exportación de granos entre Ucrania y Rusia había sido fundamental para aliviar los temores de una crisis alimentaria mundial y permitió exportar más de 32 millones de toneladas de grano ucraniano. Sin embargo, Rusia viene quejándose en los últimos meses de que sus intereses en el acuerdo no estaban siendo respetados, especialmente en cuanto a la exportación de productos agrícolas y fertilizantes.
La decisión rusa de no prorrogar el acuerdo se dio a conocer poco después del ataque con drones navales al puente que une Rusia con la península de Crimea, una vía clave para abastecer a las fuerzas militares rusas en Ucrania. A pesar de las especulaciones, Moscú insistió en que su decisión no está relacionada con el ataque.
La notificación oficial de la negativa rusa a prorrogar el acuerdo fue enviada a las partes turca y ucraniana, así como a la Secretaría de la ONU. Esta decisión generó una oleada de reacciones internacionales, siendo calificada por algunos países y organismos como un “acto de crueldad que afectará a millones de personas en todo el mundo”.
La embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, acusó a Moscú de mantener a la humanidad como rehén, mientras que el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, advirtió sobre las consecuencias que esta medida tendrá especialmente para las personas más pobres. Alemania, Reino Unido y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, también expresaron su descontento y críticas hacia la decisión rusa, calificándola de cínica.