Parece un escenario post apocalíptico, pero en realidad es un cementerio de chatarra y vehículos inservibles que alguna vez supusieron una temeraria amenaza. Se trata de bases militares soviética abandonada y en la que dejaron cientos de restos de aeronaves y vehículos blindados tras la caída del bloque comunista.
En el lejano oriente ruso, cerca de Moscú, en Siberia o en una lejana llanura, la inmensidad geográfica de Rusia contiene misterios de su pasado soviético que la fotógrafa Lana Sator saca a la luz y lleva a su cuenta de Instagram a través de diversas ubicaciones que dan cuenta de la historia reciente de dicha potencia militar.
Sator es una reconocida fotógrafa que realiza ‘urbex’ –exploración de espacios urbanos abandonados- y ha encontrado a lo largo de su trabajo distintas locaciones que parecen salidas más bien de una película de ciencia ficción que de la realidad misma.
A través de la exploración urbana ha dado cuenta de gigantescos estacionamientos de tanques abandonados, fábricas militares en desuso, búnkeres abandonados o bases militares repletos de aeronaves oxidándose.
“Cada semana paso algunas horas buscando lugares para visitar. Cuanto más hago esto, más entiendo cuán extensas son las posibilidades para explorar más a fondo. Nuestro país tiene una gran colección de reliquias históricas y patrimonio urbex”, explicó la exploradora al sitio Vice.
“Estoy tratando de hacer que la gente sienta la estética, la atmósfera y la energía de los lugares abandonados”, afirmó Lana a la prensa británica.
“Las fotos que capturé desde el aire se ven realmente fantásticas y poderosas. Los cementerios de tanques se llaman ‘reservas’ en Rusia”, en alusión a los blindados dispuestos uno al lado del otro mientras esperan un hipotético enfrentamiento.
A la hora de hacer un listado con sus lugares favoritos, Sator detalló: “Refugios antiaéreos y búnkeres, centrales nucleares sin terminar y el granero subterráneo de la reserva estatal. Casi todos los lugares abandonados son hermosos y atractivos. Aparte de los asilos y refugios, me encantan los laboratorios de ciencias abandonados, la maquinaria muerta y las fábricas”.
No dejan de llamar la atención los aviones de guerra y helicópteros sin parte de su fuselaje y escondidos en cuevas en medio de bosques espesos, solo detectables gracia a los restos de las pistas de aterrizaje y a la puerta arrumbadas de los hangares camuflados, que dejan ver en su interior los restos tecnológicos de la que fue una de las superpotencias militares.
Según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo, la Unión Soviética tuvo 20.000 tanques, 1.500 helicópteros, 30.000 vehículos de combate blindados y 13.000 piezas de artillería.