El mundo de la ilustración y la edición se ha visto sacudido por una nueva polémica relacionada con el uso de programas de inteligencia artificial (IA) en la creación de imágenes. En esta ocasión, la controversia gira en torno a la portada de la edición española de la novela histórica “Juana de Arco”, de Katherine J. Chen, publicada por Destino, sello del grupo Planeta. La revelación de que la cubierta fue diseñada supuestamente por una IA ha llevado a varias librerías a retirar el libro de sus estanterías y devolverlo a la editorial.
El ilustrador David López, conocido por su trabajo en Marvel y DC, señaló en redes sociales que la cubierta presentaba indicios de haber sido creada por inteligencia artificial, citando inconsistencias anatómicas y un acabado poco natural.
“Hay muchas pruebas. Todas las imágenes realizadas por IA se parecen bastante, con un dibujo fotorrealista con gente anodina y que responde a cánones de belleza estrictos: narices pequeñas, pómulos altos, cuellos imposiblemente largos y los ojos son de dos personas distintas. También la IA tiene muchos problemas para dibujar partes donde el pelo interactúa con las orejas. El rostro tiene como un acabado muy perfecto, pero el fondo está desdibujado y no hay rastro de ninguna pincelada”, explica David López a El País.
Aunque Planeta asegura que la portada fue diseñada por un miembro del equipo utilizando programas de diseño convencionales que incorporan funcionalidades de IA, los ilustradores y profesionales del sector denuncian que esta práctica precariza el trabajo de los artistas y viola sus derechos de autor.
La decisión de varias librerías de retirar el libro de sus estanterías en solidaridad con los ilustradores ha generado un debate sobre el uso ético de la IA en la creación artística. Los críticos argumentan que la preferencia por soluciones automatizadas en lugar de contratar a un profesional desvaloriza el trabajo de los artistas y contribuye a la precarización del sector.
Además, se señala el problema legal de que las imágenes generadas por IA se basan en trabajos de ilustradores sin pagar derechos de autor, lo que constituye un plagio y una forma de explotación del trabajo ajeno. Los libreros, si bien reconocen el potencial de la IA como herramienta creativa, expresan su preocupación por la falta de reconocimiento y compensación hacia los artistas cuyo trabajo ha sido utilizado sin su consentimiento.