Boris Johnson, bajo una insoportable presión tras perder el apoyo de su Partido Conservador británico a raíz de incesantes escándalos, renunció el jueves como líder de la formación, pero seguirá en el cargo de primer ministro hasta que sea elegido su sucesor.
”Es claramente la voluntad del grupo parlamentario conservador que haya un nuevo líder del partido y, por tanto, un nuevo primer ministro”, reconoció Johnson al anunciar su renuncia en un mensaje a la nación frente a la célebre puerta negra del número 10 de Downing Street.
El Partido Conservador deberá ahora elegir durante el verano a un nuevo dirigente para reemplazar a Johnson, probablemente a partir de octubre, como su líder y por consiguiente como jefe del gobierno.
Mientras tanto, el controvertido Johnson se declaró determinado a seguir dirigiendo al país y para dejarlo claro el jueves nombró a nuevos ministros y secretarios de Estados para reemplezar al alud de dimisionarios.
Para el líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, su futura partida es “una buena noticia”, pero no basta.
Los acontecimientos se aceleraron a primera hora del jueves, cuando ya habían dimitido casi 60 miembros del gobierno de Johnson en una incesante sangría que había comenzado con dos pesos pesados: el ministro de Finanzas, Rishi Sunak, y el de Sanidad, Sajid Javid.