Este jueves, el príncipe Harry (36) y su hermano mayor William (39), segundo en la sucesión al trono británico, inauguraron una estatua en homenaje a su madre, Diana Spencer, en el Palacio de Kensington, en una reunión familiar que puso a prueba su relación que desde hace un tiempo no es buena. La princesa de Gales, que murió en un accidente de coche en París en 1997, habría cumplido hoy 60 años.
La estatua diseñada por Ian Rank-Broadley fue inaugurada en los jardines de Kensington, su antigua residencia y la actual de su hijo Guillermo, heredero de la corona tras su padre Carlos, en presencia de sólo unas 30 personas, entre ellas miembros de la familia Spencer, debido a la pandemia de coronavirus.
Los hermanos de Diana, Earl Spencer, Lady Sarah McCorquodale y Lady Jane Fellowes fueron parte del conmovedor evento de este jueves que no fue transmitido en vivo.
En una declaración conjunta, el duque de Cambridge y el duque de Sussex dijeron: “Todos los días deseamos que ella todavía estuviera con nosotros, y nuestra esperanza es que esta estatua sea vista para siempre como un símbolo de su vida y su legado”.
Agregaron: “Hoy, en lo que habría sido el 60 cumpleaños de nuestra madre, recordamos su amor, fuerza y carácter, cualidades que la convirtieron en una fuerza para el bien en todo el mundo, cambiando innumerables vidas para mejor”.
“Gracias a Ian Rank-Broadley, Pip Morrison y sus equipos por su excelente trabajo, a los amigos y donantes que ayudaron a que esto sucediera, y a todos aquellos en todo el mundo que mantienen viva la memoria de nuestra madre”, concluyeron.
Los príncipes se unieron al hermano de su madre, Charles Spencer, y sus hermanas Sarah McCorquodale y Jane Fellowes para el pequeño evento privado en el Sunken Garden del palacio, un lugar en el que la princesa una vez encontró consuelo. Fue la primera vez que los hermanos aparecieron juntos en público desde el funeral de su abuelo, el príncipe Felipe.
Encargada por los hermanos en 2017 para conmemorar a su madre y conmemorar el vigésimo aniversario de su muerte, el Palacio de Kensington dijo que los príncipes “querían que la estatua reconociera su impacto positivo en el Reino Unido y en todo el mundo, y ayudara a las generaciones futuras a comprender su lugar en la historia”.
El retrato y el estilo de vestir presentados se basaron en el “período final de su vida, cuando ganó confianza en su papel como embajadora de causas humanitarias”, y “tiene como objetivo transmitir su carácter y compasión”.
La obra de bronce muestra a Diana con sus brazos alrededor de dos niños. El molde es hueco y está soportado por una armadura de acero inoxidable. Además, tiene un adoquín grabado con un extracto del poema The Measure of A Man de Albert Schweitzer.
Carlos de Inglaterra y su esposa Camilla Parker-Bowles fueron los grandes ausentes en la ceremonia. Kate Middleton, la duquesa de Cambridge, no asistió al evento al igual que Meghan Markle, que se quedó en California con sus hijos, Archie y Llilibet Diana.
El príncipe Carlos, con quien Diana se casó un 29 de julio de hace 40 años y del que se divorció en 1996, decidió no participar del emotivo acto junto a su actual mujer, según una fuente citada por el diario Sunday Times, para no “reabrir viejas heridas”.