La muerte de Alexander Kagansky causó gran conmoción en el mundo de la ciencia. El virólogo ruso se precipitó desde la ventana de su apartamento, un piso 14 en San Petersburgo. Estaba en ropa interior. En un primer momento, pensaron en un suicidio, pero el científico tenía heridas de arma blanca.
El curriculum de Kagansky era extraordinario. Fue director del Centro de Medicina Genómica y Regenerativa de la Universidad Federal del Lejano Oriente de Rusia en Vladisvostok y había estado trabajando en el desarrollo de una vacuna contra el coronavirus, pero no se ha concretado si es la Sputnik V u otra.
Antes de volver a Rusia, Kagansky había estado 13 años investigando contra el cáncer en Edimburgo, Escocia. También había sido profesor asistente en Vladivostok.
Según recoge New York Post, las autoridades rusas detuvieron a un sospechoso, un amigo de la infancia. Lo interrogaron durante 48 horas y dejaron en libertad a la espera de una prueba con polígrafo.
El periódico ruso Fontanka.ru ha asegurado que es el periodista Igor Ivanov. El detenido aseguró que celebraban el cumpleaños del científico cuando el propio Kagansky se apuñaló a sí mismo antes de saltar al vacío. Es una muerte muy extraña, que ha levantado las suspicacias sobre la vacuna rusa en redes sociales.
Sin embargo, aún se desconoce si existe una relación directa entre ambos. La Sputnik V ha sido desarrollada en Rusia por el Instituto de Investigación Gamaleya.
