Las personas suelen captar momentos importantes de sus vidas con una fotografía. Y durante estos meses en los que hemos sido invadidos por la pandemia de coronavirus, la vacunación es un momento importante y dejamos constancia ante una cámara la alegría de convertirnos en seres inmunizados.
Esta acción tiene un nombre y se llama vaxxies. Se forma con la contracción de selfies y vaccines y nombra el acto de posar en el instante de ser vacunado para luego publicarlo en internet.
A mediados de enero, la Red enloqueció con el vaxxie de Kyriakos Mitsotakis, el primer ministro griego, que mostró al mundo su torso medio desnudo y tonificado mientras se vacunaba. Una circunstancia extraña por la que pasaron varios líderes mundiales y que ha dejado una moraleja: ir a vacunarse en camisa de manga larga es una práctica de alto riesgo.
La revista Slate ha publicado una lista de 57 vaxxies de famosos. Los últimos puestos son para Tony Bennett y Joe Biden (no enseñan el deltoide ni la aguja, dos condiciones necesarias para que la imagen sea verosímil), y los primeros, para Dolly Parton, Marc Jacobs e Isabella Rossellini.
A medida que baja la media de edad de los inmunizados, sube la densidad de vaxxies en las redes. No son solo famoso: hay sanitarios, bomberos, policías, ancianos. Los jueces de internet, siempre atragantados de ética y superioridad moral, empiezan a preguntarse si no deberíamos ofendernos muchísimo. ¿Acaso es una práctica de buen gusto? ¿No es el enésimo modo de airear privilegios en Instagram? ¿No genera ansiedad entre los que todavía tendrán que esperar?
A lo largo de la historia, imágenes similares han cambiado el curso de otras epidemias. En 1953, el virólogo estadounidense Jonas Edward Salk se dejó hacer una foto mientras probaba en su familia la primera vacuna experimental contra la polio. En 1966, el microbiólogo Maurice Hilleman hizo lo mismo mientras inmunizaba a su hija pequeña Jeryl Lynn, hoy consultora en Silicon Valley, con la primera vacuna contra las paperas que se utilizaba en el mundo. Y, quizá la imagen más icónica, un Elvis Presley de 21 años vacunándose en 1956 contra la polio. Una foto que renovó la confianza en la vacuna y cambió la progresión de la poliomielitis en Estados Unidos.
El poder de las imágenes en esta pandemia ha sido calibrado por primera vez en la Hopkins University (Baltimore), donde, después de medir el tráfico de los tuits sobre la inmunización de covid-19, concluyeron que un tuit se comparte dos veces más si va con foto.
Los que están a favor del vaxxie sostienen que es una herramienta poderosa contra el escepticismo frente a la vacuna. Los que prefieren mantener su vacunación en el ámbito privado creen que no hay que fomentar las desigualdades estructurales que la pandemia ha hecho aún más evidentes. A usted le tocará pronto decidir: selfi de vacuna, ¿sí o no?