La vuelta de los talibanes al poder en Afganistán ha conmocionado al mundo. Sin embargo, existe una amenaza aún mayor que preocupa a los líderes de todo el mundo.
Ocurre que los talibanes son objeto de un odio por parte del grupo yihadista Estado Islámico (EI), que Estados Unidos ve como una amenaza para los miles de afganos desesperados por huir de Kabul.
El presidente estadounidense, Joe Biden, dijo que existe un “riesgo agudo y creciente” de ataque en el aeropuerto de Kabul por parte de su rama regional: el grupo Estado Islámico-Khorasan (EI-K).
Cabe destacar que este jueves, dos explosiones causaron al menos 13 muertos y decenas de heridos ante las puertas del aeropuerto de Kabul.
El origen
Meses después de que el EI declarara un califato en Irak y Siria en 2014, antiguos talibanes pakistaníes le juraron lealtad y se unieron a otros militantes en Afganistán para formar un capítulo regional.
La dirigencia central del EI reconoció formalmente al grupo un año después de que se instalara en el noreste de Afganistán, en las provincias de Kunar, Nangarhar y Nuristán.
Según monitores de la ONU, también estableció células en otras partes de Pakistán y Afganistán, incluyendo Kabul.
El EI-K reivindicó algunos de los ataques más mortíferos de los últimos años en Afganistán y Pakistán. Masacró a civiles en ambos países en mezquitas, santuarios, plazas y hospitales.
El grupo, sunita extremista, ha atacado sobre todo a musulmanes que considera herejes, en particular a los chiitas.
En agosto de 2019, reivindicó un atentado contra los chiitas en una boda en Kabul, en la que murieron 91 personas.
Además, se sospecha que perpetró en mayo de 2020 en Kabul un ataque que estremeció al mundo. Hombres armados abrieron fuego en la maternidad de un barrio mayoritariamente chiita, donde mataron a 25 personas, entre ellas 16 madres y recién nacidos.
En las provincias en las que se implantó, su presencia dejó profundas huellas. Sus hombres mataron a tiros, decapitaron, torturaron y aterrorizaron a los aldeanos y dejaron minas por todas partes.
Aunque ambos grupos son militantes islámicos sunitas de línea dura, también son rivales y difieren en detalles sobre religión y estrategia, y cada uno dice ser el verdadero estandarte de la yihad.
En 2019, el ejército gubernamental afgano, después de operaciones conjuntas con Estados Unidos, anunció que lo derrotó en la provincia de Nangarhar.
Según evaluaciones de Estados Unidos y de la ONU, el EI-K operó desde entonces en gran medida mediante células durmientes en las ciudades para perpetrar ataques mediáticos.