Emmanuel Macron advirtió que cuando su país presida la Unión Europea, en el primer trimestre de 2022, se organizará en París “un encuentro de alto nivel que una a las sociedades civiles de los Estados que aún aplican la pena de muerte, para convencer a sus dirigentes de la urgencia e importancia de abolirla”, según anunció a medios locales el pasado fin de semana.
El antecedente de esto parte de 1981, cuando el exministro de Justicia Robert Badinter votó su abolición, afirmando en ese entonces que “la pena de muerte está destinada a desaparecer en el mundo porque es una vergüenza para la humanidad”.
Desde ese entonces, en Francia no rige la pena de muerte y el objetivo de Macron es que esa política sea compartida a nivel mundial, apuntando de esta forma a construir anuncios que compensen la inestabilidad de su gobierno en medio de protestas que no cesan entre reclamos por la pandemia y su manejo sanitario, sobre el carnet sanitario y sobre las condiciones laborales de los franceses.
En las últimas semanas, estas protestas se han intensificado y replicado en distintas regiones del país, afectando la imagen del presidente francés y demandándole revisiones sobre sus políticas públicas.