Miles de independentistas con banderas y símbolos del movimiento nacionalista se movilizaron este domingo por las calles de Barcelona, reclamando la secesión del Estado español para construir un nuevo país bajo la forma de una nueva República.
Según datos de la Guardia Urbana catalana más de 150.000 personas, se congregaron; en tanto la Asamblea Nacional de Catalunya (ANC), ente a cargo de la convocatoria, elevó hasta los 700.000 dicha cifra, en coincidencia con las celebraciones de la llamada “Diada”, o día nacional de la región.
Pese a esa multitudinaria concurrencia, las actividades y actos oficiales de la “Diada” estuvieron marcados este año por la división y el enfrentamiento entre las principales formaciones políticas del nacionalismo catalán: Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y Junts per Catalunya (JxCAT, los antiguos miembros de Convergencia i Unió).
El movimiento separatista catalán, pese a haber contado la marcha con cientos de miles de personas, atraviesa por una división hacia el interior de sus propias filas, pues previamente, en sus años más álgidos entre el 2014 y el 2018, fueron capaces de congregar para la Diada hasta tres millones de personas.
Diez años después del comienzo “oficial” del proceso separatista, los dos principales partidos y las dos organizaciones “cívicas” que fueron claves para la movilización en las calles comparecen enfrentados, con estrategias opuestas y sin visos de exhibir la unidad de acción previa al referéndum ilegal. La desafección y el desencanto ha llegado a las bases, que ya no secundan las convocatorias del movimiento con el ímpetu de los años previos al golpe de Estado de 2017.
Aún no lograron acordar una fecha para votar por las propuestas separatistas.