Israel despertó el miércoles con daños considerables que no se veían desde la guerra de Gaza de 2014, con casas, coches e instalaciones petrolíferas destrozadas. Una violencia que puede suponer “posibles crímenes” y que la Corte Penal Internacional (CPI) anunció el miércoles que quería investigar.
Los ataques aéreos israelíes, los más intensos dese 2014, son según el ejército una respuesta a los “más de mil cohetes” lanzados por varios grupos armados desde la Franja de Gaza hacia Israel desde la noche del lunes. Hasta ahora los enfrentamientos dejaron al menos 43 muertos en Gaza, entre ellos 13 niños, a los que se suman dos palestinos fallecidos en Cisjordania y cinco israelíes.
Unos 850 cohetes cayeron en Israel o fueron interceptados por el sistema de defensa aérea Cúpula de Hierro, otros 250 se estrellaron en la Franja de Gaza, informó el portavoz del ejército israelí, Jonathan Conricus.
Hamás lanzo el lunes por la noche una salva de cohetes como gesto de “solidaridad” con los más de 700 palestinos heridos en los enfrentamientos recientes con la policía israelí en la Explanada de las Mezquitas, el tercer lugar más sagrado del Islam, situado en Jerusalén Este, anexionada por Israel en 1967.
Frente a la escalada, la comunidad internacional hizo un llamamiento a la calma, pero los dos bandos no han dado hasta ahora signos de apaciguamiento. Israel y Hamás se encaminan hacia una “guerra a gran escala”, advirtió el martes el enviado de la ONU para Oriente Medio, Tor Wennesland.
“Una guerra en Gaza sería devastadora y la gente pagaría el precio” en este pequeño enclave palestino, donde viven dos millones de personas, y que ya sufre de la pobreza y de una tasa de desempleo que ronda el 50%, dijo el diplomático.
El martes por la noche la aviación israelí voló un edificio de 12 plantas en el que tenían sus oficinas altos cargos de Hamás y luego otro edificio de nueve plantas, en el que había un canal de televisión local, viviendas y tiendas.
El ejército dijo que el objetivo era el “jefe de inteligencia militar” de Hamás, Hasan Kaogi, y al “director de contrainteligencia” del movimiento islamista armado, Wael Isa.