“Mire, yo lo plantearía de esta forma: Estados Unidos es la primera potencia mundial; el PIB norteamericano es el 25% del PIB mundial. El presidente de los Estados Unidos es una figura fundamental y Biden y Trump ofrecen visiones antagónicas y excluyentes sobre la sociedad norteamericana y respecto del posicionamiento internacional de Estados Unidos. Esto que está ocurriendo afecta al conjunto de los países del mundo; nosotros, Argentina, somos una modesta parte de esto que está pasando”. El analista internacional Jorge Castro respondió así a la consulta de cómo puede repercutir en la Argentina la elección estadounidense, aún con resultado incierto.
“Si triunfa Biden, cambia los Estados Unidos y cambia el mundo”, graficó Castro.
Más allá de los interrogantes que se abren, Castro señala un hecho que podría ser afectado por el resultado electoral: “El gobierno de Trump tiene en marcha 11 negociaciones para establecer tratados de libre comercio. Una de esas negociaciones es con Brasil. El 75% del producto bruto regional es la economía brasileña. Y allí adonde va Brasil, va el Mercosur. Para la Argentina no hay nada más importante que Brasil. Lo que están realizando los Estados Unidos y Brasil es absolutamente fundamental para nosotros. Éste es el dato para tener en cuenta, y cuyo desarrollo dependerá de si gana Trump o Biden”, analizó Castro.
Leandro Morgenfeld, historiador y profesor en la Universidad Nacional de Buenos Aires, opina que “una derrota de Trump sería una mejor noticia para América latina”.
“Trump tuvo una política muy agresiva con los países bolivarianos; revirtió los avances con Cuba que habían iniciado Barack Obama y Biden; tuvo una política de endurecimiento con amenaza de intervención militar contra Venezuela”, explicó.
“El corrimiento del discurso (de Trump) hacia la ultraderecha permitió que llegaran al poder líderes como Jair Bolsonaro. Una derrota de Trump debilitaría a Bolsonaro y a expresiones políticas similares en el resto del continente”, dijo.
Morgenfeld también recordó que Trump no realizó viajes a la región y apenas estuvo en la reunión del G-20 en Buenos Aires, pero “no en calidad de visita de Estado”. Trump tampoco estuvo en la Cumbre de las Américas celebrada en Lima, en 2018.
“Biden sí viajó muchas veces a la región, ya como senador o vicepresidente de Obama, y plantea un relanzamiento del vínculo con la región, con una apuesta al multilateralismo. El año que viene Estados Unidos va a ser la sede de la Cumbre de las Américas y Biden trataría de retomar la senda de Obama para la región”.
Morgenfeld entiende que “el Gobierno argentino apuesta a un triunfo de Biden”, aunque por prudencia diplomática no lo dirá.
“Alberto Fernández ha tenido varios cortocircuitos con la administración Trump. Mauricio Claver Carone, a quien Trump impuso en el BID, vino en su representación el 10 de diciembre para la asunción de Alberto Fernández y se retiró por la presencia del representante del Gobierno de Venezuela. Estados Unidos tampoco vio bien el asilo político que se le dio a Evo Morales. Claver Carone, además, hace unos meses sinceró que la administración Trump, a través del crédito de 57 mil millones de dólares del FMI a la Argentina, había financiado el intento reeleccionista de Macri por objetivos geopolíticos de los Estados Unidos”, enumeró Morgenfeld.
Influencia
El analista político Lucas Romero no cree que la agenda bilateral “cambie demasiado. Los intereses que va a encontrar Argentina en un interlocutor distinto van a ser los mismos. Fundamentalmente: Venezuela, como principal problemática de la región y, asociada a ello, la influencia de China en la región”.
Romero también aludió al papel de Claver Carone (el hombre de Trump en el BID) “como una manera de incidir en la región con el financiamiento de obras de infraestructura en la región, algo que China viene desarrollando con mucha rapidez”.
El director de Synopsis Consultores coincidió en observar la relación entre Alberto Fernández y Trump. “Desde un inicio tuvo una relación muy fría con Trump, y todavía no encontró el punto para construir una relación personal”, dijo Romero.
También marcó el papel que juega Jorge Argüello, embajador argentino en los Estados Unidos. “Jorge Argüello es un político, con muchos vínculos en Washington. Probablemente Argüello tenga mejores vínculos con diplomáticos del Partido Demócrata que con los funcionarios que hoy intervienen en la política exterior de Trump, por lo que podrá encontrar un terreno un poco más fértil”.
Estados Unidos es el principal inversor en Argentina, con casi 17 mil millones de dólares (el 22,7% del stock de inversión extranjera directa, según el BCRA). Es el tercer socio comercial de la Argentina: en 2019, el intercambio comercial superó los 10 mil millones de dólares, y entre enero y setiembre de 2020 acumula más de 5.700 millones.
El dato
La Rosada hace silencio sobre su preferencia
Una actitud de extrema cautela impera por estas horas en el gobierno argentino ante la maquinaria electoral de los EEUU que impidió conocer el mismo 3 de noviembre quién será el presidente de ese país desde el 20 de enero de 2021.
A lo largo de estos meses desde la Casa Rosada impusieron una máxima que para el caso de las elecciones estadounidenses se cumplió a rajatabla: no emitir opinión sobre quién es el favorito para la administración de Alberto Fernández. Ni Donald Trump ni Joseph Biden. En el Gobierno también apuntan con picardía aquel error en el que incurrió la administración de Mauricio Macri al apostar por la demócrata Hillary Clinton en la campaña presidencial de 2016, que coronó a Trump presidente.
El Gobierno de Fernández no es precisamente un aliado de Estados Unidos en los temas regionales. La crisis de Venezuela es un ejemplo de las tensiones que imperan con el eje que comandan hasta ahora Washington y Brasilia, y que difícilmente cambie demasiado de enfoque si asume Biden.
Pero la Argentina necesita de manera prioritaria que la futura administración estadounidense, la apoye en el proceso de renegociaciones con el FMI.