A través de diversos estudios científicos se demostró que la suciedad acumulada en el mármol puede ser limpiada por bacterias. Por esta razón un grupo de científicos decidió llevar a cabo un experimento limpiando las esculturas creadas por Miguel Angel en el siglo XVI.
La experiencia se centró en las Capillas Mediceas ubicadas en Florencia, Italia, un complejo turístico e histórico de la ciudad. Ahí se encuentran las esculturas de las familias de mecenas y otras de antiguos gobernantes.
La primer prueba experimental fue llevada a cabo en la tumba de Giuliano di Lorenza, escultura también creada por Miguel Ángel. Con anterioridad a la pandemia del coronavirus y durante la segunda ola se usaron las bacterias Serratia ficara SH7 para quitar manchas. Según se comentó al The New York Times esta bacteria se usa “como arma biológica contra siglos de manchas” ya que se alimentan de aceites, fosfatos y pegamento.
El equipo llamado “Una introducción al mundo de los microorganismos”, encabezado por Anna Rosa Sprocati, tuvo la gran idea ya que antes estas bacterias habían limpiado residuos de obras maestras en la Galeria Carracci del Palacio Farnese de Roma. El otro estudio previo fue llevado a cabo por el Consejo Nacional de Investigación italiano en 2019 donde se descubrió que dos tumbas tenían restos de silcato y calcita, lo que llevo a la bióloga Sprocati a utilizar ciertas bacterias para limpiar y descomponer la suciedad.
Este gran equipo de científicos está formado por la bióloga cabecilla Sprocati, Donata Magrini, Paola D`Agostino, Daniela Manna, entre otras. Lograron que miles de turistas puedan conocer y admirar las famosas esculturas sin la suciedad que tenían por estar enterradas.
Un poco de historia…
Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564) fue un célebre escultor del Renacimiento quien tuvo en sus manos la responsabilidad de esculpir famosas figuras y obras como Moisés y La piedad.
Las criptas, a medida que pasaron los años, acumularon distintos tipos de suciedad difícil de quitar. Pero el gran problema comenzó en 1595 cuando el sarcófago de Alejandro Médici comenzó a decolorarse y obtener manchas debido a que el cuerpo no fue limpiado correctamente antes de la sepultura y la descomposición se esparció hasta el mármol.
En 1988 se llevó a cabo una restauración que eliminó gran parte de las manchas, pero aun así la suciedad que quedó persistió con tanta fuerza que requirió mayor atención por parte de la directora del museo, Monica Bietti.