Este lunes, Cuba autorizó a las mujeres subir al ring tras décadas de prohibición. Se aproximan los Juegos Centroamericanos de San Salvador de 2023 y los Olímpicos de París 2024 y la medida fue celebrada por las deportistas que esperaban subirse al cuadrilátero.
“Hoy estamos haciendo público la aprobación del boxeo femenino en nuestro país”, anunció en conferencia de prensa el vicepresidente del Instituto Cubano de Deportes (Inder), Ariel Saínz. Hasta la fecha, Cuba tenía representación femenina en todos los deportes, pero no había logrado la equidad de oportunidades deportivas, por no permitir boxear a las mujeres, un viejo reclamo de deportistas y entrenadores.
Tras conocerse el levantamiento de la prohibición, Saínz calificó la decisión como “un paso importante en el desarrollo” del boxeo cubano, que atesora 80 títulos mundiales y 41 olímpicos”, pero más allá de los trofeos, también destacó el avance en materia de “empoderamiento de la mujer”.
Además, Sainz explicó que para la aprobación del boxeo femenino se tuvieron en cuenta los últimos resultados de los mundiales de esa modalidad, como también conceptos en favor de la mujer recogidos en la nueva Constitución cubana de 2019 y en el nuevo Código de las Familias. Esta última es una ley progresista aprobada en septiembre del corriente año, que reconoce los derechos sociales.
Por su parte, el comisionado nacional de boxeo, Alberto Puig manifestó que “se hizo un estudio profundo, no nos dejamos presionar por el tiempo”, y “se dio un paso seguro (...) convencidos de que no teníamos ninguna preocupación de que nuestras mujeres van a estar protegidas”.
La opinión de los consagrados del boxeo cubano
“Ya era hora. Después de tanta lucha, al fin lo logramos”, declaró a la AFP Idamelys Moreno. Idamelys es una cubana de 30 años que lleva casi una década practicando boxeo con el recurrente y cada vez más alcanzable sueño de integrarse a la selección nacional.
Cabe destacar que actualmente el boxeo femenino se practica en 187 de los 202 países miembros de la Asociación Internacional de Boxeo (IBA). Tras el desempeño de los boxeadores cubanos en Tokio 2020 sin una escuadra femenina, despertó el interés de las autoridades de la posibilidad de incorporar a las mujeres en la disciplina con la idea de ganar más medallas.
“Siempre estuve a favor del boxeo femenino y pienso que se perdió mucho tiempo para su aceptación”, porque “ahí también podemos aportar medallas”, declaró a la AFP el entrenador Raúl Fernández, pionero del boxeo femenino en Cuba. Fernández tiene una amplia trayectoria en el boxeo, ya que es el jefe de los entrenadores de las selecciones de boxeo masculina y femenina de China. Su influencia en el boxeo femenino comenzó cuando entrenó a un grupo de cubanas en 1991, e incluso llegó a organizar dos torneos femeninos en La Habana.
“Después de eso me llamaron y me dijeron que eso no se podía seguir haciendo”, añadió Fernández. Otro defensor de la disciplina y de los derechos de las cubanas fue Alcides Sagarra, el padre de la escuela cubana de boxeo. “No le podemos negar a las féminas cubanas el derecho que tienen a competir”, manifestó Sagarra antes de Tokio 2020. Alcides cuenta con una gran experiencia y reconocimiento en el mundo del boxeo, ya que entrenó a 80 campeones olímpicos y mundiales, incluido el legendario Teófilo Stevenson.
La vuelta de los derechos en el ring
Por su parte, Alberto Puig adelantó que la Federación trabaja arduamente para conformar una pre-selección de 12 boxeadoras en las seis divisiones olímpicas. Se ha propuesto como meta asistir con seis de ellas a los Centroamericanos de San Salvador, en agosto de 2023.
Aunque no se aventura a hacer pronósticos sobre el tiempo que llevará formar una escuadra de boxeo femenina que alcance el nivel que tiene la categoría masculina, Puig asegura que “el objetivo sería igualar” el desempeño de los hombres, que llevan 18 victorias al hilo sobre los cuadriláteros profesionales. De esta manera, más allá de la igualdad de nivel, el comienzo del boxeo femenino es próspero al arrancar con la igualdad de oportunidades.
Para finalizar, ante una pausa y espera innecesaria que significó la quita de derechos hacía las mujeres de Cuba, Puig prometió “recuperar el tiempo perdido”.