La misión Artemis I de la NASA, que había sido fijada inicialmente para este mes de noviembre, pretende llevar a la nave Orión a la Luna y más allá, a una distancia de la Tierra a la que hasta ahora nunca han llegado las naves diseñadas para transportar a seres humanos. La aeronave y el cohete están desde la semana pasada en el Centro Espacial Kennedy de Cabo Cañaveral para ser sometidos a la última fase de pruebas antes de viajar al espacio en 2022.
Si todo sale como está previsto, después de unas semanas en el espacio, volando alrededor de la Luna y tomando miles de fotografías mientras lo hace, Orión regresará a la Tierra mediante una caída controlada al océano Pacífico.
El administrador de la NASA, el exsenador Bill Nelson, subrayó en un comunicado con motivo de la instalación de la nave y el cohete en el edificio de Ensamblaje de Vehículos del Centro Espacial Kennedy que Artemis I va a allanar el camino para “explorar la Luna, Marte y más allá en los años venideros”.
De aquí al lanzamiento, la nave y el cohete propulsor van a realizar pruebas para comprobar si la integración de ambos es la correcta, junto con los sistemas a bordo y los de comunicación con la Tierra. La última prueba será la denominada en jerga de la NASA “ensayo de traje húmedo”, que es un simulacro de la operación previa al lanzamiento para determinar que todo está perfecto para el éxito de la misión.
Después de la misión Artemis I y si todo va bien, la NASA enviará a la Luna una misión tripulada que sobrevolará el satélite. No será hasta Artemis III que los astronautas de la agencia estadounidense pisarán la superficie lunar y entre ellos habrá una mujer y una persona de color, según los planes de la NASA, que ha adoptado una política en favor de la diversidad y la inclusión en sus tripulaciones.
La duración exacta de la misión Artemis I va a depender de las posiciones de la Luna y la Tierra dentro de la ventana abierta por la NASA, pero se estima que durará entre tres y seis semanas.