Nasser Mohamed tiene 35 años, nació en una zona rural de Doha, Qatar, y es el primer qatarí en declararse públicamente gay. No existe registro de otro nativo de Qatar que exponga su defensa a la comunidad LGBT como él. Sin embargo, lo hace desde el exterior porque no lo puede hacer en su nación.
Nasser vive actualmente en San Francisco, Estados Unidos, pero antes, en Qatar, vivió en una familia conservadora de ingresos bajos, en un hogar donde no podía escuchar música, donde no tenía acceso a medios occidentales, donde desconocía la existencia de una comunidad homosexual.
El hombre relata que tenía doce años cuando empezó a experimentar atracción hacia su mismo sexo, pero eligió reprimir e ignorar cualquier idea referida a su orientación sexual, debido a la estricta prohibición que tenían estos temas en su cultura.
“No hablamos de sexo donde crecí. Es algo que sucede cuando te casas, y muchas personas se casan con su cónyuge el primer día que se conocen en un ambiente arreglado”, contó en diálogo con la BBC.
“Le dije a mi familia que no quería casarme porque quería ser médico y no podía formar una familia mientras estaba en la facultad. Esa era mi forma de evitar el tema”, explicó Mohamed. Ya que conocía lo que dicta la doctrina islámica: el castigo con la pena de muerte por relaciones homosexuales entre hombres, bajo las interpretaciones de la ley Sharia.
El despertar gay
Mohamed estudió en la Weill Cornell Medicine, una facultad de medicina estadounidense correspondiente a la Universidad de Cornell, en una sede anclada en Doha. Volaba periódicamente a Nueva York por sus materias de estudio. Pero un viaje a Las Vegas, donde le tocaba presentar un trabajo sobre cirugía traumatológica, cambió todo su paradigma.
“Todavía me vestía con el atuendo tradicional de Qatar, pero compré algo de ropa occidental para ponerme. Era muy conservador, todavía virgen y nunca había bebido. Estaba caminando por uno de los casinos para llegar a mi habitación y vi a estos hombres mirando a una bailarina. No quería mirarla, pero luego lo hice y no sentí nada. Pensé para mis adentros: ‘Debo ser un chico musulmán muy bueno’”.
No era eso. Recuerda que su primera excitación fue una casualidad: un chico le chocó el hombro. Algo de ese contacto le encendió el libido. Pero no comprendió lo que estaba sintiendo ni podía poner en palabras sus sensaciones: “De vuelta en mi habitación y en mi computadora, comencé a buscar. Busqué atracción hacia personas del mismo sexo y vi los términos ‘gay’ y ‘homosexual’. Empecé a leer todo sobre el tema y necesitaba saber si era gay. Así que encontré un club gay”.
Fue cuando visitó un bar gay el momento en que le quedó clara su orientación sexual. “Cuando mostré mi pasaporte en la puerta, el portero simplemente dijo: ‘Buena foto. Adelante’”. El que le sedujo, esta vez, era un bailarín. Lo consoló saber que todos los hombres a su alrededor se sentían atraídos por el mismo bailarín. “Volví a mi habitación y tuve un colapso total. Fue un momento de crisis. Estaba en conflicto con mis creencias religiosas, acababa de darme cuenta de que era diferente y tenía miedo de irme a casa”, relató en un artículo de opinión publicado en el medio británico.
“Vivía con un miedo constante. Pensé que me matarían si alguien se enteraba de que soy gay, si se sabía públicamente. Los asesinatos de honor son muy tribales en Qatar. Algunas familias lo hacen, otras no, y el gobierno trata de no intervenir”, contó Nasser. “Despertarse con miedo todos los días es agotador”, agregó.
La primera vez que se lo contó a alguien fue a un hombre ruso heterosexual, un amigo de la facultad mientras estaba en Nueva York. La primera vez que huyó de Qatar fue para hacer su residencia en Estados Unidos. “Necesitaba más tiempo afuera. Cuando me fui, me hice mi primer tatuaje. Es un texto en árabe que dice: ‘Complací a los demás con una vida que me llevó a la muerte. Ahora es el momento de que otros me vean nacer victorioso’”.
Al terminar su carrera a los 24 años, decidió instalarse en Connecticut tres años para completar su capacitación profesional. Estaba viviendo una vida doble: a través de videollamadas hablaba en áraba con su familia y enseñó al nuevo Nasser Mohamed que se había despertado en Estados Unidos. Cursó una beca en Pittsburgh con el propósito de no volver a la reclusión y la censura.
Pero en 2015 el temor lo embargó ya que finalizaba su formación académica y debía regresar a Qatar ser el hombre que ya no era.
“Mi visa estaba a punto de expirar y tuve un momento de pánico con mi agente de inmigración. Le dije que tenía que encontrar una manera de vivir fuera de Qatar. ‘No entiendes -le dije-. No estoy a salvo’. Me preguntó por qué y le expliqué. Me dijo que debería solicitar asilo, en base a mis temores de persecución. Luego me dijo: ‘Simplemente no puedes volver a casa nunca más’”, dijo.
Llamó a su madre para confesarle por qué no quería volver a Qatar, sin embargo, fue rechazado.
“No salió bien -contó-. Ese fue el principio del fin de nuestra relación. Quería saber si estaba enfermo, si había recibido tratamiento. No hay recursos para que un padre qatarí sepa qué decir. Su reacción fue avergonzarme y recordarme que le estaba haciendo esto a toda la familia”. Tampoco recompuso la relación con sus hermanos. Nadie de su familia fue capaz de procesar o aceptar su decisión y cortó todo tipo de vínculo.
Su opinión sobre el Mundial
Desde que pidió asilo político vive en San Francisco y es la voz de los derechos LGBT en Qatar. En octubre de 2022, en las vísperas de la Copa del Mundo y desde su activismo por el respeto a la diversidad, Nasser Mohamed cooperó con la ONG Human Rights Watch para contactarlos con cuatro mujeres transgénero, una mujer bisexual y un hombre gay, todos oriundos de Qatar.
En una entrevista con el medio canadiense CBC, se le preguntó si la celebración del Mundial puede instaurar un nuevo cambio ideológico en su país.
“Poner a Qatar en el centro de atención no es algo que les haga cambiar sus políticas en nada. Hay rumores de la comunidad local sobre lo que llaman ‘limpieza occidental’ después de la Copa del Mundo, lo que significa redoblar esfuerzos y poner las cosas en orden. No sé cómo se verá eso, pero espero que haya una plataforma y un canal para continuar arrojando luz sobre lo que suceda allí”, señaló.
“No quiero que Qatar vuelva a ser una caja negra después de esta Copa del Mundo, y que las represalias locales vuelvan a ocurrir en la oscuridad. ¿Quién nos va a ayudar cuando termine el torneo y hayan terminado de divertirse?”, cerró.