Un hecho ligado al horror que tuvo lugar en el 2019 en España volvió a ser noticia en las últimas horas. El hombre de 26 años que estranguló a su madre y se comió partes trozadas de su cuerpo fue condenado a 15 años y cinco meses de prisión.
En su sentencia, el tribunal consideró que el hombre, conocido popularmente como “el caníbal de Ventas”, en referencia al barrio de Madrid donde la policía hizo el macabro hallazgo, estaba en posesión de “sus facultades mentales en el momento de los hechos”. Por ello, purgará su pena en prisión.
El suceso ocurrió hace dos años atrás, cuando Alberto S.G. tuvo una discusión con su madre, de 69 años, en el departamento que compartían en Las Ventas, cerca de la plaza de toros de Madrid.
Después de estrangularla, arrastró el cadáver a su habitación para cortarlo con una sierra de carpintero y dos cuchillos de cocina, “con el propósito de ir haciendo desaparecer su cuerpo”, según explicó la fiscalía en sus conclusiones.
“Una vez trozado el cuerpo, el acusado se fue alimentando en ocasiones durante unos 15 días de los restos cadavéricos, guardando otros restos en varios recipientes de plástico por la vivienda y en el interior de la nevera”, añadió la fiscalía. También puso algunos restos en bolsas de plástico y los arrojó a la basura.
Citado como testigo, uno de los policías aseguró que el sospechoso reconoció haberse comido algunos restos crudos y haber cocinado otros o habérselos dado al perro, señaló la prensa local.
El policía de la patrulla del distrito de Salamanca que acudió ese día al domicilio, situado en la calle Francisco Navacerrada del barrio de La Guindalera, relató que cuando trasladaba al detenido a comisaría le preguntó qué había pasado y el joven “contó de forma espontánea que había matado a su madre y que había descuartizado el cuerpo”, tras asfixiarla desde atrás.
“Y que este cuerpo se lo comía unas veces cocinado, otras veces de forma cruda, y otras veces se lo daba al perro”, todo ello “como una conversación tan normal”, con “naturalidad y frialdad”, lo que llamó la atención de todos los agentes que intervinieron en esos momentos.
El acusado se habría justificado en que “le hacía la vida imposible”, en una confesión que hizo con frialdad, sin mostrar arrepentimiento pero manifestando su preocupación por qué pasaría con el perro.
El agente también detalló que el detenido tenía restos de sangre seca en la comisura de los labios y trozos de carne en las uñas, y que conocían al joven por otras intervenciones pues solía quebrantar una orden de alejamiento que tenía sobre su madre y por consumo o venta de droga en un parque cercano.
El hombre, que tenía problemas con las drogas, fue detenido en febrero de 2019 después de que una amiga de su madre denunciara la desaparición. Contrariamente a lo afirmado por la defensa durante el juicio, el tribunal estimó que no hay pruebas de que el condenado no estuviera en posesión de sus facultades mentales en el momento del crimen.
Alberto S.G. recibió así una pena de 15 años de reclusión por un delito de homicidio con el agravante de parentesco, y cinco meses adicionales por otro delito de profanación de cadáveres.