Antes del amanecer del pasado 5 de septiembre, la columna militar integrada por camiones y blindados se plantó en la capital y llegó hasta el Palacio Presidencial de Sékhoutouréya. Fue un golpe rápido que dio la puntilla a un régimen de 11 años que ya daba muestras de agotamiento, esclerotizado por la corrupción, perpetuado gracias a la violencia e incapaz de mejorar la vida de sus ciudadanos, según informaron en su momento las agencias internacionales que hicieron foco en este tema.
Por estas horas, a poco más de un mes del golpe, la vida en Guinea no parece muy distinta a lo que era antes del mismo, pero sí ha provocado críticas internacionales, especialmente de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), que ha impuesto sanciones.
Como actual presidente de transición, Doumbouya ha prometido “reunificar” a los guineanos antes de las próximas elecciones, a las que no se presentará y que cuya celebración aún está por concretar. Igualmente, ha defendido el “cambio político” impuesto en el país africano.
Doumbouya, ha nombrado este último 6 de octubre como primer ministro de transición al diplomático Mohamed Béavogui. Béavogui, de 68 años y que cuenta con experiencia en puestos de desarrollo y en la ONU, será ahora el responsable de formar el gobierno de transición en el país africano, según ha anunciado la Presidencia en un decreto, informa el portal ‘Guinee News’.
El documento publicado y difundido en los últimos días por parte del gobierno de facto marca también la formación de un Consejo Nacional de Transición (CNT) que ejercerá de Parlamento y tendrá que preparar la nueva Constitución, que se someterá a referéndum.