El movimiento de protesta se vio enlutado ayer por la muerte de una agricultora y de su hija de 14 años, al ser atropelladas junto a su marido (que se encuentra herido grave) por un coche que se saltó una barrera cuando participaban en el bloqueo de una carretera a las afueras de Pamiers, en el sur.
La joven, que había resultado gravemente herida, finalmente falleció en las últimas horas, incrementando el dolor y malestar de los protestantes y sus familias.
El presidente de la ultraderechista Agrupación Nacional (RN, antes Frente Nacional o FN), Jordan Bardella, aprovechó ese trágico siniestro para solidarizarse con el movimiento y dar relevancia al hecho de que los tres ocupantes que ocupaban el vehículo que arrolló a la familia de agricultores (que están detenidos) son migrantes armenios sin papeles para los que se había dictado la expulsión de Francia.
Este miércoles, los puntos de bloqueo de carreteras a manos de los agricultores, en muchos casos con sus tractores, han aumentado todavía más por toda Francia. “Todos los departamentos van a entrar en acción”, advirtió Arnaud Rousseau, presidente del principal sindicato del sector, la Federación Nacional de Sindicatos de Explotadores Agrícolas (FNSEA), en entrevista con la emisora France Info.
Rousseau aseguró que “el objetivo no es molestar a los franceses”, sino “encontrar soluciones para la agricultura” y “nuestra determinación es total”.
El primer ministro, Gabriel Attal, que el lunes y el martes recibió a los responsables de los principales sindicatos agrícolas, se ha comprometido a examinar en profundidad las reivindicaciones de los agricultores y a dar una primera respuesta el viernes, según la Coordinación Rural.
La FNSEA, que tiene convocada una reunión de su consejo de administración, va a presentar esta tarde “una cuarentena” de reivindicaciones. Entre ellas, está el mantenimiento de las exenciones fiscales para el combustible agrícola, o la reducción de la burocracia y de los controles a los que están sometidos los agricultores.
También piden cambios en las políticas europeas para impedir las importaciones de alimentos que tienen ventajas competitivas en la producción porque, por ejemplo, las reglas medioambientales o sanitarias en la UE son mucho más estrictas.
“Hay que pedir reciprocidad”, ha insistido Rousseau, que ha manifestado su oposición al acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Mercosur, pendiente de ratificación, que permitiría en particular la entrada de 90.000 toneladas de carne bovina, sobre todo de Argentina y Brasil, donde el sindicalista francés recordó que está autorizado el uso de hormonas.