El conflicto de Ucrania ha reavivado el debate sobre el ingreso en la OTAN en Suecia y Finlandia, países que reaccionan con preocupación a la movilización de tropas rusas cerca de Ucrania y Bielorrusia, aunque no prevén cambios a corto plazo en su relación con la Alianza.
En plena escalada de las tensiones, tanto el presidente finlandés, Sauli Niinistö, como la primera ministra, Sanna Marin, recordaron que Finlandia se reserva el derecho a solicitar el ingreso en la OTAN en cualquier momento si así lo decide el país. Pese a que la llamada “opción OTAN” es la base de la política de seguridad finlandesa desde hace dos décadas, estos mensajes fueron interpretados como una advertencia a Rusia y reavivaron el eterno debate de la posible integración de los dos últimos países nórdicos no alineados en la Alianza.
Suecia sorprendió hace dos semanas enviando cientos de soldados a Gotland, la isla más grande del Báltico, coincidiendo con el aumento de buques rusos en la zona. “Queríamos remarcar la soberanía sueca y la voluntad de defender a Suecia y a Gotland, que tiene una privilegiada situación estratégica”, dijo el ministro de Defensa sueco, Peter Hultqvist, aludiendo a su cercanía con el enclave ruso de Kaliningrado, si bien admitió que no hay ninguna amenaza concreta.
Ese gesto simbólico se encuadra en una serie de medidas impulsadas por Suecia desde 2014, tras la adhesión de Crimea por Rusia y la detección de un supuesto submarino extranjero en Estocolmo, un episodio confuso en el que la principal prueba, unas fotos de un particular, quedó descartada meses después.
Suecia ha reimplantado desde entonces el servicio militar, aumentado tres veces el presupuesto de Defensa, realizado las mayores maniobras militares en 24 años, movilizado a la Guardia Nacional y establecido de nuevo un destacamento permanente en Gotland.