Entre dolor y cólera, miles de libaneses se congregaron este miércoles en el centro de Beirut, en el primer aniversario de la gigantesca explosión que hizo estragos en el puerto y parte de la capital, mientras arrecian las duras críticas populares a la impunidad de los dirigentes en esta tragedia.
La jornada de duelo y de conmemoración se vio empañada por la violencia, y los enfrentamientos entre policías y manifestantes dejaron decenas de heridos en la zona del Parlamento, según la Cruz Roja libanesa.
La tarde del 4 de agosto de 2020 estalló una carga de fertilizante de nitrato de amonio mal almacenado en el puerto de Beirut y dejó gran parte de la ciudad como una zona de guerra.
Las cifras de la trágica explosión en el puerto de Beirut
Al menos 214 personas murieron en la tragedia, una de las mayores explosiones no nucleares de la historia, que destruyó barrios enteros de la capital libanesa.
Trabajadores portuarios quedaron sepultados bajo silos de grano destruidos, mientras los bomberos que combatían un incendio ocurrido antes de la explosión fallecieron pulverizados.
Transeúntes murieron aplastados y personas que resultaron laceradas con los trozos de vidrio disparados por el impacto murieron desangradas en sus casas.
Este miércoles por la tarde, numerosas personas se dirigieron hacia el sector del puerto para rendir homenaje a las víctimas y reclamar justicia.
Las autoridades decretaron un día de luto oficial pero ningún responsable participó en la conmemoración, organizada sobre todo por los familiares de las víctimas, grupos de activistas, organizaciones de la sociedad civil y partidos de la oposición.
En el barrio de Karantina, cerca del puerto, los familiares de diez bomberos que murieron en la explosión se dieron cita en la estación de bomberos. Varias mujeres vestidas de negro llevaban consigo las fotos de sus familiares fallecidos, y otras portaban flores blancas.
En las calles aledañas, de varios edificios visiblemente dañados por la explosión, colgaban banderas libanesas y pancartas. “Rehenes de un Estado asesino”, rezaba una de ellas.
“Participo hoy por todos los que se vieron afectados, (resultaron) heridos o muertos”, explicó Sandra Abrass, de 43 años, cerca del puerto.
“Dónde está la humanidad de un gobierno que estaba al tanto desde 2013” de que había nitrato de amonio almacenado en el puerto, declaró ante los manifestantes Paul Najjar, que perdió a su pequeña Alexandra en la explosión.
En la marcha, resonaban los manidos lemas del movimiento de protesta de octubre de 2019: “¡Revolución, revolución!” y “Abajo el régimen de los bandidos”.
A las 18, hora exacta del drama, se leyeron los nombres de las víctimas. Luego se ofició una misa en su honor, tras guardar un minuto de silencio en el puerto.
Tras ello, los manifestantes se dirigieron hacia el Parlamento, para reclamar que se les retire la inmunidad a los diputados sospechosos de estar implicados en la explosión, para que puedan ser procesados. La protesta derivó en choques entre los agentes antidisturbios y los congregados.
Los choques dejaron decenas de heridos, y al menos seis de ellos tuvieron que ser hospitalizados, según la Cruz Roja.
Un año después, ningún responsable ha rendido cuentas. Se abrió una investigación local, pero esta todavía no ha conducido a ningún arresto importante ni tampoco ha apuntado hacia ningún eventual culpable, en tanto los políticos han sido acusados de obstruir la justicia, aduciendo la baza de la inmunidad parlamentaria.
Amnistía Internacional acusó a las autoridades libanesas de una “vergonzosa” obstrucción de la justicia y Human Rights Watch dijo que había cometido “negligencia criminal”.