El socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu, de 74 años, quedó como único candidato opositor en las elecciones presidenciales turcas de este domingo y es su gran, y quizás última, oportunidad de acabar en las urnas con 20 años de poder del actual presidente, Recep Tayyip Erdogan.
Muharram Ince, el hombre que perdió contra Erdogan hace cinco años –junto a otros cuatro, en primera vuelta– anunció ayer por sorpresa que se retira de la carrera. Ince ha negado que la causa sea la difusión, el día anterior, de un vídeo sexual que califica de “montaje burdo”. “Lo hago por mi país y para que no puedan decir que han perdido por mi culpa”, declaró en una aparente alusión a su antigua fuerza, el Partido Republicano del Pueblo (CHP), liderado por Kiliçdaroglu.
Kiliçdaroglu fue elegido en 2010 como presidente del Partido Republicano del Pueblo (CHP), el principal de la oposición y heredero de los principios laicos del fundador de la Turquía moderna, Mustafa Kemal “Atatürk”.
Nacido en el seno de una humilde familia aleví en la provincia de Tunceli, en el este de Turquía, Kiliçdaroglu hizo carrera en el funcionariado público y llegó a dirigir durante años la seguridad social turca. Durante la actual campaña, uno de sus puntos fuertes, según los analistas locales, han sido los vídeos que ha dirigido a sus seguidores desde la cocina de su modesto piso en Ankara. “Viviré como uno de vosotros si Dios quiere. No voy a vivir en palacios de mil habitaciones”, ha llegado a decir en esos mensajes, en clara alusión al lujoso estilo de vida de Erdogan.
Sus seguidores lo llaman “Ghandi” por su estilo reposado y pacífico, y el apodo se popularizó en junio de 2017, cuando inició una marcha a pie de 450 kilómetros, desde Ankara hasta Estambul, para protestar contra el creciente autoritarismo de Erdogan. Cientos de miles de personas le dieron la bienvenida a su llegada a Estambul el 9 de julio, en un impresionante mitin que él señaló como el comienzo de una marcha contra la dictadura y por la democracia.
Para poder enfrentarse a Erdogan, Kiliçdaroglu ha forjado la coalición política más amplia de la historia de Turquía, al reunir a partidos de tendencias muy diversas. El CHP se ha aliado con el nacionalista IYI y con cuatro formaciones menores, el islamista SP, el DP de centro-derecha, el DEVA del antiguo ministro de Economía del AKP Ali Babacan, y el Partido del Futuro de Ahmet Davutoglu, quien durante años ocupó el cargo de ministro de Exteriores y primer ministro con Erdogan.
Además, el partido izquierdista y prokurdo HDP ha decidido no presentar candidato presidencial propio y apoyar a Kiliçdaroglu, siempre con el mismo objetivo: acabar con el “gobierno unipersonal” de Erdogan y revertir el sistema presidencialista impuesto tras un referéndum en 2017 que otorgó enormes poderes al jefe de Estado.
La promesa de Kiliçdaroglu es la que repiten todos los candidatos de tendencia socialdemócrata en el mundo en los últimos años: “Reconstruir Turquía, mejorar la democracia, el Estado de derecho, luchar contra la pobreza, el desempleo y la corrupción”. La pregunta es si los turcos harán el cambio, que sería rotundo en muchos aspectos, o decidirán continuar con el proyecto de Erdogán, quien en su campaña ataca a Kiliçdaroglu con una retórica religiosa y nacionalista llegando a definirlo como “caballo de Troya de los imperialistas” y “aliado de los terroristas”, debido a que ha aceptado el apoyo implícito del HDP, al que la derecha considera el brazo político del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, la guerrilla kurda de Turquía.
Según la mayoría de as encuestas, Kiliçdaroglu ganaría el domingo, aunque queda por ver si obtendrá mayoría absoluta o si tendrá que acudir a una segunda vuelta dos semanas después. Además, se plantea la duda de si ante una derrota por escaso margen, Erdogan aceptaría el resultado u optaría por impugnar las elecciones, como ya hizo su partido con las municipales de Estambul.