La monarquía danesa se encuentra nuevamente en el ojo del huracán, esta vez por las acciones del Rey Federico de Dinamarca, quien ha sido duramente criticado por su comportamiento contradictorio en cuanto a la protección del medio ambiente. Desde que ascendió al trono, hace ocho meses, el hijo mayor de la Reina Margarita II ha estado en el centro de varias controversias, pero ninguna tan persistente como la que lo acusa de ser un “hipócrita climático”.
Hasta el momento, los medios locales no han tenido piedad al señalar la desconexión entre sus discursos y sus prácticas diarias, que parecen estar lejos de los principios ecológicos que promueve públicamente. Al respecto, la revista danesa ‘Se og Hoer’ ha liderado la crítica contra Federico, realizando un exhaustivo análisis sobre su huella de carbono. Según esta investigación, el yate real Dannebrog, utilizado frecuentemente por la Familia Real para vacaciones y visitas de estado, es uno de los mayores responsables de las elevadas emisiones de CO2 de la Casa Real.
Según el informe, en los últimos cuatro años el Dannebrog ha liberado 3.579 toneladas de CO2 a la atmósfera, una cifra sorprendentemente alta en comparación con las 7,5 toneladas anuales que emite un ciudadano promedio. Además, el coste del mantenimiento del yate, que data de 1932, también es motivo de controversia, ya que ha costado a los contribuyentes daneses más de 100 millones de coronas danesas (cerca de 13 millones de euros) desde 2005, incluyendo 7,5 millones de coronas (aproximadamente un millón de euros) en combustible en los últimos cuatro años.
Ante esto, la indignación pública ha crecido debido a la evidente incongruencia entre las palabras de Federico y sus acciones. En su libro publicado tras su proclamación como Rey, “Kingeord” (Palabra de Rey), el monarca enfatizó la importancia de cuidar el medio ambiente y abogar por la transición hacia una economía verde. “Como pareja real, nos preocupa poder contribuir a que el planeta pase a la siguiente generación en buenas condiciones”, escribió en su libro, destacando su supuesto compromiso con la conservación de la naturaleza y la lucha contra el cambio climático.
Sin embargo, muchos daneses han señalado que estas declaraciones parecen ser poco más que retórica vacía, considerando el uso excesivo de medios de transporte contaminantes por parte del monarca.
Dinamarca: entre los medios de transportes oficiales y “contaminantes”
En ese marco, el Dannebrog no es el único ejemplo de esta disonancia que ha sido señalado por los ciudadanos y medios locales. Federico y su esposa, la Reina Mary, poseen una flota de coches de lujo y han sido vistos frecuentemente viajando en aviones privados, lo que contribuye aún más a su impacto medioambiental. En una reciente visita de estado a Suecia, la pareja real llegó y se marchó en avión, mientras que el yate Dannebrog, que ya se encontraba en el país vecino como hotel flotante, realizó el viaje de ida y vuelta sin ningún miembro de la realeza a bordo.
Desde el medio ABC apuntaron que este uso del yate, como alojamiento flotante mientras los reyes viajan por otros medios, ha sido un punto de gran controversia, ya que aumenta innecesariamente las emisiones de carbono. De esta manera, la falta de medidas concretas para reducir el consumo de energía en las residencias reales ha agravado la percepción pública de que Federico no está a la altura de sus propios ideales.
La imagen del Rey Federico de Dinamarca frente a la de otros miembros de la realeza
A diferencia de otros royals como el Rey Carlos III de Inglaterra, quien ha tomado pasos visibles para disminuir su impacto ambiental, Federico no ha implementado cambios significativos en su estilo de vida, como reducir la calefacción en los grandes castillos reales por ejemplo, entre otras medidas que le reclaman.
Esto ha despertado el descontento local ante el comportamiento de Federico, fenómeno que no es reciente. Los primeros signos de controversia surgieron cuando el entonces Príncipe heredero fue fotografiado en Madrid con Genoveva Casanova (47 años), generando especulaciones sobre su vida personal y su relación con la Reina Mary. Este escándalo inicial, junto con la percepción de que el nuevo Rey disfruta de demasiadas vacaciones y mantiene una agenda oficial reducida, lo han puesto en una posición incómoda frente a los ojos de sus súbditos.
Otros se aventuran a comparar la situación de Federico con la de otros miembros de la realeza, como el Príncipe Harry de Inglaterra, que también ha enfrentado críticas por su uso de aviones privados mientras aboga públicamente por la protección del medio ambiente. Sin embargo, la falta de acciones consistentes de Federico llevó a los medios daneses a catalogarlo como un ejemplo claro de “hipocresía climática”. Su comportamiento, argumentan, refleja una desconexión preocupante entre las responsabilidades de su papel como líder y las expectativas del público que pide coherencia en sus políticas y acciones ambientales.
Es por esto que Federico de Dinamarca enfrenta una crisis de imagen en su país, donde muchos ciudadanos sienten que su Rey predica algo que no practica. En un momento en que la protección del planeta es más crucial que nunca, la falta de autenticidad y coherencia puede tener consecuencias duraderas para su reputación y el futuro de la monarquía danesa.
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