Las intensas lluvias que azotan el sur de Brasil han desencadenado una tragedia de proporciones catastróficas, dejando al menos 66 personas fallecidas y otras 101 desaparecidas por las inundaciones, según informes de Defensa Civil el domingo.
En el estado de Río Grande do Sul, más de 80.000 personas han sido evacuadas de sus hogares, mientras que 15.000 se refugian en centros habilitados por las autoridades estatales. Sin embargo, aún hay numerosas personas atrapadas en sus viviendas, esperando ser rescatadas por equipos de emergencia.
Las imágenes provenientes de la región muestran la magnitud del desastre: calles inundadas, casas apenas visibles bajo el agua, y la capital, Porto Alegre, de 1,4 millones de habitantes, sumergida en una situación desesperada.
Las lluvias, intermitentes durante la mañana del domingo, no han detenido el avance de las aguas, que han alcanzado niveles históricos (5,30 metros) en el río Guaíba, superando marcas registradas durante inundaciones en 1941.
El gobernador Eduardo Leite calificó la situación como “dramática” y “absolutamente sin precedentes”. Este domingo, recibirá al presidente Luiz Inácio Lula da Silva por segunda vez desde que comenzó la tragedia.
El domingo “será un día clave para los rescates”, dijo por su parte el ministro de Comunicación de la Presidencia, Paulo Pimenta.
El estado, uno de los más pujantes de Brasil, requerirá un esfuerzo monumental de reconstrucción, comparado por el gobernador Leite con un “Plan Marshall”. Sin embargo, por ahora, la prioridad es asegurar el suministro de alimentos y mantener la cadena productiva en marcha.
El alcalde de Porto Alegre, Sebastiao Melo, urgió a la población a racionar el agua, después de que cuatro de las seis plantas de tratamiento de la ciudad tuvieran que ser cerradas por las inundaciones.
Desde el Vaticano, el papa elevó sus “plegarias para la población del estado de Río Grande do Sul, en Brasil, golpeado por grandes inundaciones. El señor tiene en su corazón a los difuntos, conforta a los familiares y a quienes debieron dejar sus casas”, señaló el pontífice.