Las tensiones entre China y Taiwán han sido una constante a lo largo de la historia, y comprender su origen es fundamental para entender el conflicto actual.
Taiwán, un pequeño estado insular ubicado a 180 km al este de China, combina modernas ciudades con tradicionales templos chinos y paisajes naturales únicos, pero su historia está marcada por disputas de soberanía que se remontan siglos atrás.
Registrada por primera vez en los archivos chinos en el año 232 d.C., Taiwán pasó por diferentes etapas de dominación antes de convertirse en un foco de conflicto entre China y Japón.
Desde su colonización holandesa en 1624 hasta su administración por parte de la dinastía Qing china en el siglo XIX, la isla experimentó una serie de cambios de dominio que configuraron su identidad cultural y política.
Sin embargo, en 1895, tras la derrota de China en la primera guerra sino-japonesa, Taiwán fue cedida a Japón, lo que marcó el comienzo de un período de dominio japonés que duró hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
¿Cuándo Taiwán volvió a China?
Tras la victoria de los aliados en la guerra, Taiwán quedó bajo el control de la República de China, liderada por Chiang Kai-shek, quien se refugió en la isla después de perder la guerra civil china contra los comunistas de Mao Zedong en 1949.
Este exilio de Chiang Kai-shek y su gobierno nacionalista marcó el inicio de la separación entre China continental y Taiwán.
Con cerca de un millón y medio de personas refugiadas en la isla, Taiwán comenzó a desarrollar su propia identidad política, iniciando un proceso de democratización bajo el liderazgo de Chiang Ching-kuo, hijo de Chiang Kai-shek.
El presidente Lee Teng-hui, conocido como el “padre de la democracia” en Taiwán, continuó con las reformas políticas que llevaron a la elección del primer presidente no vinculado al Kuomintang (KMT), Chen Shui-bian, en el año 2000.