Los empleados de un call center en España denunciaron que una de sus compañeras falleció mientras trabajaban y la empresa los obligó a seguir con sus tareas, aunque el cuerpo seguía en la oficina.
Ocurrió en una de las sucursales del Grupo Konecta. Según informó el diario El País, Inma, de 57 años, falleció de infarto. Para espanto de los otros empleados, el cadáver de la mujer quedó en el cubilo que había usado durante 15 años.
En un comunicado del sector federal de telemarketing de la CGT titulado “En recuerdo de Inma” explicaron que varios empleados de Konecta habían recibido la orden de seguir trabajando.
La respuesta de la empresa
Debido a las graves acusaciones contra la empresa, un vocero de Konecta desmintió esa versión de los hechos. “Nos ocupamos mucho de las personas que trabajan para nosotros. Se les cuida y se les valora”, afirmaron y aseguraron que nadie fue obligado a trabajar junto al cuerpo.
Además, criticaron la “manipulación que ha habido por parte de algunos medios, que han buscado un titular sensacionalista que no se ajusta a lo que realmente ha pasado”.
No obstante, según deslizó el diario español, algunas personas habrían recibido la orden de seguir atendiendo llamadas y quienes se quedaron trabajando siguieron haciéndolo por “inercia”. El resto abandonó inmediatamente su puesto.
Muerte en un call center
Inma estaba trabajando como cualquier día cuando cerca de las 12.30 se desplomó en su cubículo. Llevaba quince años trabajando en la empresa.
El servicio municipal de atención sanitaria de urgencias y emergencias de Madrid llegó minutos antes de las 13, pero los profesionales de la salud no pudieron hacer nada para salvarla.
Mientras tanto, policías que acudieron al lugar protegieron su cuerpo hasta la llegada de un juez. Fue entonces cuando un compañero preguntó si podía irse y alguien le dijo que tenía que seguir trabajando porque lo suyo era “un servicio esencial”.