Un hecho insólito que culminó en tragedia ocurrió en un estacionamiento de Blaenavon, Reino Unido, luego de que un ladrón falleciera aplastado mientras intentaba robar un convertidor catalítico de un auto BMW debajo del cual estaba acostado.
El protagonista de esta historia se llamaba Daniel Stephens (25), quien murió debido a sus heridas después de que el crique (gato) que estaba usando para sostener el automóvil colapsó.
El propietario del automóvil, Russel Seldon, prestó testimonio durante una audiencia judicial y explicó cómo pudo ver las piernas de Stephens saliendo de debajo de su vehículo.
En una declaración leída al tribunal, Seldon dijo: “Crucé la calle desde mi casa hasta mi coche, que estaba en el pequeño estacionamiento de enfrente. Vi un par de piernas que sobresalían de debajo del auto, con pantalones y zapatillas de color oscuro. Llamé y tiré de la pierna de la persona para ver si estaba bien, pero no hubo respuesta”.
Russel dijo que, después de encontrar a Stephens sin señales de vida debajo de su auto, llamó a los servicios de emergencia. Estos indicaron que Stephens estaba “frío y rígido” y que podía verse que “el pecho estaba aplastado” cuando se levantó el coche.
El amigo de Stephens, Aron Godfrey, con quien había estado viviendo semanas antes de morir, dijo en la investigación que Stephens estaba “deprimido y estresado” porque necesitaba dinero para un caso judicial para tratar de tener más acceso a sus hijos.
Godfrey le dijo a su amigo “que no hiciera nada estúpido”, pero Stephens planeó robar el convertidor catalítico de un BMW porque sabía que podía venderlo.
En Inglaterra, esa pieza de ese vehículo puede costar alrededor de 500 libras, unos 700 dólares.
Los informes de toxicología del delincuente encontraron niveles bajos de tramadol y alcohol en su sangre y la causa de su muerte se determinó como “asfixia por aplastamiento”.