El demócrata Joe Biden se acercaba a los 270 votos en el Colegio Electoral, el mínimo necesario para llegar a la Casa Blanca, al lograr victorias en los estados disputados de Wisconsin y Michigan.
Cuando faltaban los resultados de apenas un puñado de estados, el presidente Donald Trump acudió a las cortes en algunas jurisdicciones indecisas cruciales. No estaba claro si sus maniobras legales con el recuento de los votos alterarían la cuenta a su favor.
Dos días después de la jornada electoral, Biden tenía 264 votos, o sea que le bastaría ganar un estado disputado cualquiera para llegar a presidente electo.
Trump, con 214 votos electorales, enfrenta obstáculos mucho mayores. Para llegar a los 270 tendría que ganar los cuatro estados en disputa: Pensilvania, Carolina del Norte, Georgia y Nevada.
Faltando el recuento de millones de votos, Biden acumulaba más de 71 millones, la cifra más alta de la historia. El ex vicepresidente de Barack Obama dijo en conferencia de prensa el miércoles por la tarde que preveía ganar la presidencia, pero se abstuvo de declararse victorioso.
“Gobernaré como presidente estadounidense”, dijo Biden. “Cuando ganemos no habrá estados rojos (republicanos) ni estados azules (demócratas). Solo los Estados Unidos de América”.
Por su parte, Trump anunció falsamente el miércoles por la madrugada que la victoria era suya.
La campaña de Trump inició una ráfaga de actividades judiciales para tratar de mejorar las probabilidades del presidente y poner en duda los resultados. Pidió un recuento en Wisconsin y presentó demandas en Pensilvania, Michigan y Georgia. Históricamente, los recuentos en Michigan han modificado los resultados en algunos centenares de votos. Biden aventajaba a Trump por más de 20.000 boletas de casi 3,3 millones contadas.
Durante cuatro años los demócratas se han preguntado cómo pudo derrumbarse el muro azul, los estados de Michigan, Wisconsin y Pensilvania, con cuyos votos había contado cada cuatro años. Pero el discurso populista de Trump resonó en la clase trabajadora blanca y ganó los tres en 2016 por un total combinado de apenas 77.000 votos.
Los candidatos libraron una batalla furiosa en los tres estados, en los que la personalidad de hombre de la calle de Biden repercutió en las poblaciones trabajadoras a la vez que lograba una mayor participación electoral de las poblaciones negras en Detroit y Milwaukee.
La campaña ha sido larga y encarnizada en un país dominado por el coronavirus y sus consecuencias económicas. Estados Unidos marcó un nuevo récord de contagios el miércoles, de una pandemia que ha provocado más de 233.000 muertes.