Si de educación se trata, son muchos los maestros que explayan su trabajo más allá de las horas laborales. En este caso, Keisha Thorpe se destaca por ser un gran apoyo para los alumnos que llegan a Estados Unidos sin saber una palabra del inglés y, además, no cuentan con los ingresos necesarios para formarse.
La ganadora de la última edición del Global Teacher Prize trabaja en la International High School Langley Park, y su gran desafío es que sus alumnos terminen el secundario y vayan a la universidad. “Con el aislamiento y el Covid la situación de vulnerabilidad de muchas familias se agudizó. Hay hogares en los que no había dinero suficiente ni para comer, y ahorrar para poder pagar los estudios en la universidad no es una chance para ellos”, dice Thorpe en una entrevista vía Zoom, en medio de un recreo entre clase y clase.
La destacada docente también fue ganadora del Premio “Nobel de educación”, que entrega un millón de dólares como recompensa además de llevarla de gira por varios países. En ese gran viaje, dará una conferencia en en Congreso Internacional de Educación que se realizará en Tucumán entre el 28 y 30 de este mes.
La importancia del deporte y la lectura
Cuando Thorpe llegó a Estados Unidos desde Jamaica, logró conseguir su título universitario gracias a una beca de atletismo. Desde ese momento usó su experiencia como base para la ayuda de sus alumnos.
Se destacó por ayudar a que, entre 2018 y 2019, sus estudiantes recibieran casi 7 millones de dólares en becas para diversas universidades. “Todos son inmigrantes, o refugiados o estadounidenses de primera generación, y más del 90% tiene antecedentes de bajos ingresos y participa del programa de asistencia alimentaria”, cuenta sobre sus alumnos.
Asimismo, otra de sus grandes hazañas tiene que ver con la lectura, detalle sumamente importante en toda formación académica. Logró que sus alumnos reportaran avances del 40% en la lectura. Esto lo hizo teniendo en cuenta la cultura y costumbres de todos los chicos y chicas que estudian con ella, por eso rediseñó el plan de estudios.
“El desafío número uno es lingüístico. Adquirir una nueva lengua puede llevar unos siete años. Ellos llegan en noveno grado y transitan unos cuatro años para llegar al doceavo, que es el último nivel. Por eso el desafío es muy grande –insiste–. También tenemos otros desafíos, como el nivel de pobreza en sus comunidades. No entendía realmente cuál era la situación real hasta que llegó el Covid, cuando constatamos que más de un tercio de nuestros estudiantes tenía inseguridad alimentaria. A eso se le suma el trauma que muchos arrastran desde sus lugares de origen, países con conflictos bélicos y derechos vulnerados que afectan directamente en sus aprendizajes”, concluyó.