Chile se prepara para conmemorar el 50 aniversario del golpe de Estado que dio inicio a una brutal dictadura militar con una ceremonia en el Palacio de La Moneda, el mismo lugar que fue bombardeado por aviones de guerra hace medio siglo.
El régimen militar encabezado por el general Augusto Pinochet (1973-1990) dejó un legado de violaciones a los derechos humanos, con un saldo de 3.200 personas asesinadas, incluyendo 1.469 desaparecidos. A pesar del tiempo transcurrido, el país sigue lidiando con las heridas de ese oscuro período, con 297 represores condenados y 1.300 procesos por violaciones a los derechos humanos aún en curso.
Este aniversario se vive en un contexto de polarización política en Chile, con tensiones entre el oficialismo y la oposición derechista, sobre el papel que desempeñó cada uno en el golpe. El presidente Gabriel Boric describió el ambiente como “eléctrico”, mientras que la expresidenta Michelle Bachelet lo calificó como “tóxico”. Esta polarización llegó incluso al Congreso, donde los diputados protagonizaron acalorados enfrentamientos en el debate sobre el tema.
El presidente Boric conmemoró la fecha con un evento en la Plaza de la Constitución, frente a La Moneda, donde una gran carpa albergó a más de mil invitados, incluyendo presidentes de países vecinos. Sin embargo, la oposición de derecha, criticada por el mandatario, no estuvo presente.
Entre los invitados destacados estuvieron los presidentes de Bolivia, Luis Arce; Colombia, Gustavo Petro; Uruguay, Luis Lacalle Pou; y México, Andrés Manuel López Obrador. También estuvieron presentes ministros del gabinete, parlamentarios, representantes de organizaciones internacionales y grupos de derechos humanos, entre otros.
La ceremonia comenzó con una interpretación en piano del himno nacional a cargo del destacado músico Valentín Trujillo. Durante el evento, invitados y líderes políticos depositaron ofrendas florales y ramos a los pies de la estatua del expresidente Salvador Allende (1970-1973), quien fue derrocado en el golpe de Estado.