Tras haberse escrutado el 98,8% de los votos de la jornada electoral en Brasil, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva sumaba 48,1% de los sufragios mientras que el actual mandatario Jair Bolsonaro conseguía el 43,5% de los votos. De esta forma, habrá segunda vuelta el 30 de octubre.
La autoridad electoral de Brasil dijo que dicho resultado hace que la segunda vuelta entre los dos candidatos sea una certeza matemática. Otros nueve candidatos participaron en la elección presidencial, pero sus números son mucho menores que los de Bolsonaro y Lula.
El resultado de los comicios fue una sorpresa, ya que los sondeos de opinión previos a la elección le daban a Lula una sólida ventaja. Según el último sondeo de Datafolha, se registraba una intención de voto de 50% para Lula y del 36% para Bolsonaro.
“Está ajustada diferencia entre Lula y Bolsonaro no se preveía”, señaló a AP Nara Pavão, profesora de ciencias políticas en la Universidad Federal de Pernambuco.
Bolsonaro, un excapitán del ejército de 67 años, ha centrado su estrategia de campaña en los valores morales (“Dios, patria, familia”), un discurso patriótico y los ataques a su adversario, al que se refiere como el “ladrón” y “expresidiario”.
Mantiene un sólido apoyo entre los evangélicos, que representa un tercio del electorado, el agronegocio y los sectores populares que no perdonan al Partido de los Trabajadores de Lula sus escándalos de corrupción.
El ultraderechista había atacado en sus mítines las encuestas: aseguró que la temperatura electoral había que tomarla en las calles, y que en ese caso iba a ganar de sobras. Hace dos semanas dijo que sería “anormal” no ganar por 60% en la primera vuelta.
Su mandato estuvo marcado por una turbulenta gestión de la pandemia que dejó 686.000 muertos, un avance de la pobreza y el hambre, niveles récord de deforestación en la Amazonía y ataques contra las instituciones judiciales y la prensa.
Por su lado, Lula, de 76 años, contaba con alcanzar ya en primera vuelta una tercera presidencia apoyado en las clases populares, las mujeres y los jóvenes, tras haber gobernado Brasil entre 2003-2010 y haber dejado el poder con un envidiable índice de popularidad.
Pero Lula no ha podido sacudirse a ojos de buena parte de la sociedad la mancha de la corrupción. Fue sentenciado y luego obtuvo la anulación de sus condenas por motivos procesales por el escándalo “Lava Jato” sobre una red de sobornos en la petrolera estatal Petrobras.
Unos 156 millones de electores también estaban llamados a votar el domingo la Cámara de Diputados, un tercio del Senado y los gobernadores y asambleas legislativas de los 27 estados.